El Diccionario de la RAE define “nefelibata” como una persona soñadora, que no se apercibe de la realidad. Dicha definición no hace referencia explícita a las nubes, aunque sí implícita, a través de la raíz de la propia palabra, que alude a nephéle (Néfele), la diosa de las nubes en la mitología griega. La expresión “estar en las nubes” define bien a un nefelibata; una persona que viaja con su imaginación al mundo de las nubes, y que encuentra allí un motivo que le hace feliz. La observación de las nubes reconforta, nunca cansa y crea adicción entre sus practicantes, que terminan sucumbiendo a sus encantos.
Hace unos años, varios de esos nefelibatas decidieron agruparse y formar una asociación que bautizaron con el nombre de “Ibérica de Nubes”. Sus principales impulsores fueron dos apasionados del universo nuboso: Fernando Fuentes y Germán Díaz. Seguían así los pasos de Gavin Pretor-Pinney, uno de sus referentes y fundador de la Asociación de la Apreciación de las Nubes , que cuenta en la actualidad con casi 44.000 miembros en todo el mundo.
En el blog de “Ibérica de Nubes”, sus fundadores hacían la siguiente declaración de intenciones: “Animamos a formar parte de la asociación y de sus actividades a cuantas personas estuvieren interesadas en el apasionante mundo de las brumas celestes…”. Además, mostraban la intención de celebrar periódicamente congresos de observadores de nubes, en los que los amigos de esas “brumas celestes” tuvieran ocasión de conocerse en persona y compartir buenos momentos alrededor de las nubes.
El primero de esos congresos se celebró a finales de octubre de 2012 en la Granxa Escola de Barreiros, en Sarria (Lugo), y contó con la participación de Gavin Pretor-Pinney, aunque a distancia, por videoconferencia. No tuve ocasión de asistir a él, pero tanto el programa como las crónicas del mismo me dejaron claro que aquel no era un congreso de meteorólogos dedicado a las nubes, sino una fiesta de nefelibatas en toda regla, en el que las nubes eran abordadas desde todos los puntos de vista, con una extraordinaria exquisitez tanto en la forma como en el fondo. El amor por las nubes de Fernando y Germán quedaba perfectamente reflejado en aquella maravillosa actividad.
Pasados dos años de aquella primera fiesta, llegó la segunda. En el mismo lugar y casi en la misma época del año. El II Congreso Internacional de Observadores de Nubes se celebró entre los días 26 y 28 de septiembre de 2014, y en esta ocasión fui invitado por los organizadores a impartir una charla, que preparé con mimo. La dediqué a uno de mis temas favoritos: el de las nubes en los cuadros. Compartí cartel, entre otros, con mi buen amigo José Antonio Gallego (uno de los mejores fotógrafos de cielos que conozco) y con Gavin, que en esta ocasión sí que pudo estar en la Granxa Escola de Barreiros, deleitándonos con una deliciosa conferencia inaugural. Guardo un buenísimo recuerdo de aquel fin de semana rodeado de amigos y entusiastas de las nubes.
Y como no hay dos sin tres, llegó el III Congreso Internacional de Observadores de Nubes. En esta ocasión, transcurrieron tres años hasta la celebración de otra nueva fiesta de los nefelibatas. El viernes 22 de septiembre de 2017 puse rumbo a Lugo, acudiendo a la llamada de Fernando y Germán, que en esta ocasión me brindaron la oportunidad de impartir la conferencia inaugural del congreso, que dediqué a Luke Howard, el hombre que puso nombre a las nubes; esos nombres en latín (cumulus, cirrus, stratus…) que siguen llamándonos tanto la atención.
El III Congreso fue magnifico en todos los sentidos. En pocos eventos en los que he participado me he vuelto a casa con un mejor sabor de boca. Los temas abordados en las charlas fueron muy variados y atractivos. Desde el apasionante recorrido por las nubes en el cine, que nos regaló a todos los asistentes Esmeralda Barriendos, y el soberbio y genial nublómetro que se sacó de la chistera el genial Fernando Fuentes –que nos acercó la interesantísima historia del cianómetro que diseñó Saussare a finales del siglo XVIII para medir el color azul del cielo–, pasando por un inolvidable paseo a la caza de nubes por los alrededores de la Granxa Escola de Barreiros, mano a mano con mi colega Rubén del Campo, su charla sobre fotometeoros, el concierto que dieron los Fetén Fetén –Diego Galaz y Jorge Arribas, ¡qué grandes!– y el broche de oro con las nubes en el universo poético de Rafael Estrada, a cargo del poeta Jesús Aguado.
Difícilmente se puede concebir una actividad que llene tanto a sus asistentes como estos congresos organizados por Ibérica de Nubes. La cuenta atrás para que tenga lugar el cuarto ya ha comenzado. Seas o no aficionado a la Meteorología, hayas prestado más o menos atención a las nubes, si tienes ocasión de asistir en el futuro a alguno de estos encuentros festivos (en el mejor sentido de la palabra), no te arrepentirás, y la larga lista de nefelibatas que hay en todo el mundo habrá sumado un nuevo miembro.
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