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¿Cómo serán los robots que cuidarán a nuestros mayores?

Las poblaciones de todos los países industrializados, así como las de muchas naciones en vías de desarrollo, están envejeciendo cada vez a mayor velocidad. Para el año 2030, se estima que Estados Unidos tendrá más de 70 millones de ancianos, lo que constituye aproximadamente el 19% de la población, frente a solo el 12,4% del año 2000. Japón contará con un tercio de población anciana en el año 2025.



Frente a este nuevo panorama, inédito en la historia de la humanidad, la única forma de asumir los grandes medios que requerirá cuidar y asistir a toda esta población mayor será olvidarnos de los medios tradicionales, y empezar a confiar en los robots.

Robots asistenciales

La empresa taiwanesa ACER formó recientemente una asociación con la norteamericana GrandPad para crear un servicio integral capaz de atender todas las necesidades de los ancianos a través de una tableta. Sin embargo, éste solo es el principio de la implicación de las nuevas tecnologías en la gestión del número creciente de ancianos en el mundo.

El mayor déficit de cuidadores que proporcionen a las personas de la tercera edad asistencia emocional y física va a tener lugar en Japón, donde actualmente ya el 25 por ciento de la población supera los sesenta y cinco años.

Por esa razón, el primer ministro Shinzo Abe ya ha destinado 2.390 millones de yenes a contribuir al desarrollo de robots para el cuidado de ancianos a nivel nacional.

Los primeros ejemplos de robots asistenciales, de hecho, ya están apareciendo en el mercado, como es el caso de uno con forma de cría de foca arpa que hace compañía a los ancianos. Su nombre es PARO (Personal Robot), aunque en España recibe el nombre de Nuka, y ha demostrado ser particularmente útil en pacientes con demencia avanzada, en quienes ha mejorado su humor y los niveles de agresividad. Su desarrollador, Takanori Shibata, incluso sostiene que puede llegar a «sustituir a los psicotrópicos». Entre otros clientes, el 80% de los municipios de Dinamarca han comprado ejemplares de este robot para trabajar con él en centros asistenciales.

Por su parte, Pepper es uno de los más populares de Japón. Desarrollado por la empresa francesa Aldebaran, es comercializado por la operadora de telefonía Softbank por 200.000 yenes (1.535 euros), tiene conexión a internet en la pantalla sobre su pecho y detecta las emociones por las expresiones faciales y su tono de voz. El fabricante de aspiradores iRobot también ha abierto una división específica para satisfacer la demanda de la tercera edad.

Además de los robots que cuidan de ancianos, otra clase de robots que están creciendo a mayor ritmo son los de telepresencia, es decir, los que permitirán a los seres queridos teletransportarse al lugar donde está el anciano para hacerle compañía o satisfacer alguna de sus necesidades. La tecnología de la telepresencia es capaz de ello empleando control remoto de un robot provisto de ruedas equipado con cámara, micrófono, altavoz y una pantalla que muestra el vídeo en directo de la persona que está controlando el robot en cada momento. Un ejemplo de ello es el MantaroBot o el GiraffPlus.

No solo los seres queridos podrán servirse de la telepresencia para estar más próximos a las personas mayores, sino los propios médicos. Uno de los equipos que más se usa en el ámbito hospitalario es el RP-VITA (Remote Presence Virtual + Independent Telemedicine Assistant), de iRobot. Esta unidad permite a los médicos incluso diagnosticar a los pacientes sin estar presentes.

Por su parte, Europa también está realizando una fuerte inversión en robótica, que ya constituye un tercio de la cuota mundial en este campo. Por ejemplo, el ambicioso programa que financiación de proyectos de investigación e innovación de Europa Horizonte 2020 está llevando adelante diecisiete proyectos de robótica. En el ámbito de la ayuda a pacientes con Alzheimer o demencia, se invierte en Retrainer, dirigido a la asistencia de pacientes con problemas neurológicos para que recuperen la función del brazo y la mano.

Japón dirigirá el futuro

Todavía es pronto para dilucidar qué medidas deben tomarse para afrontar el problema del envejecimiento de la población, pero Japón constituye un laboratorio natural que debemos escudriñar, pues probablemente constituye el fiel reflejo de lo que está por venir en otros países industrializados. Tal y como lo explica Martin Ford en su libro El auge de los robots:

«En Estados Unidos, el impacto de los jubilados es muy leve en comparación con las auténticas crisis poblacionales a las que se enfrentan otros países desarrollados; en particular, Japón. Si Estados Unidos y otros países avanzados se dirigen en efecto hacia una escasez general de trabajadores, podríamos esperar que dicho problema se evidencie primero en Japón.»

La automatización, además, solventará un grave problema que no parece tener solución fácil: cada vez más personas dependerán de la seguridad social. En un análisis publicado en febrero de 2014, James Poterba, economista del MIT, descubrió que el 50% de los jubilados estadounidenses de 65 a 69 años de edad tienen ahorros de menos de 5.000 dólares. En otras palabras, no dispondrá de suficientes ahorros para pagar asistencia privada. La única manera eficaz de que la seguridad social pública pueda gestionar tamaño incremento de la población a la que asiste es reduciendo el coste que supone, y la automatización, en ese sentido, constituye un gran aliado.

Nuestro futuro, sobre todo cuando entremos en la tercera edad, deberá ser uno en el que la robótica y la inteligencia artificial estén íntimamente unidas a nosotros. Será la forma menos traumática de cumplir años sin depender de grandes reservas de recursos.


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