Un dinosaurio vegetariano, que habitó en Castilla La Mancha hace 70 millones de años y que debe que le conozcamos a la construcción de la línea ferroviaria de alta velocidad entre Madrid y Valencia, era muy grande pero tenía un cerebro muy, muy pequeño, han hallado los científicos. Esto indica, entre otras cosas, que debía de ser un animal bastante torpe.
Fue en 2007 cuando las obras del AVE dejaron al descubierto en la zona de Lo Hueco, en Cuenca, un excepcional yacimiento paleontológico que fue excavado a toda prisa para salvarlo de la desaparición y que todavía está en su mayor parte por presentar al público. Sin embargo, un ejemplar especialmente completo de un dinosaurio carnívoro jorobado, nuevo para la ciencia, que los propios científicos bautizaron como Pepito, fue el primero estudiado y publicado, bajo la dirección de José Luis Sanz, de la Universidad Autónoma de Madrid. Ahora, el propio Sanz y otros científicos presentan en la revista Plos One la reconstrucción tridimensional del cerebro de otro dinosaurio más moderno y herbívoro, basado en los fósiles craneales encontrados, uno de los solo dos ejemplares de cráneo que se han identificado en el yacimiento de Lo Hueco hasta ahora.
Este dinosaurio, todavía sin nombre, sí tiene muchos apellidos ya que es saurópodo, titanosaurio y ampelosaurio (aunque la especie está por determinar), y podía llegar a medir unos 15 metros de longitud. Sin embargo, su cerebro, reconstruido mediante escáner de los fósiles por científicos españoles y estadounidenses, solo medía unos ocho centímetros de largo. Los primeros saurópodos surgieron unos 160 millones de años antes de la aparición de los ampelosaurios en su seno, pero su cerebro no muestra ningún desarrollo notable a pesar del tiempo transcurrido. Se puede pensar que para vivir en un entorno en el que reinaban y en el que los alimentos vegetales a su disposición eran fáciles de conseguir, no lo necesitaban.
Fabien Knoll, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC, que ha dirigido el trabajo, explica: “El aumento del tamaño del cerebro no ha sido favorecido durante la evolución de los saurópodos”,y añade que el pequeño tamaño del oído interno del dinosaurio estudiado “podría indicar que el ampelosaurio no estaría adaptado a mover rápidamente ni los ojos, ni la cabeza, ni el cuello”.
Sin embargo, el año pasado Knoll y su equipo recrearon el cerebro de otro saurópodo, Spinophorosaurus nigeriensis, que sí presentaba un oído interno bien desarrollado, así que ya hay una incógnita más a añadir a las que siempre presenta la investigación científica.
La fauna hallada en Lo Hueco, que en aquella época era una marisma subtropical, está compuesta sobre todo por cocodrilos y dinosaurios saurópodos. De los titanosaurios se conocen pocos hallazgos craneales significativos, por lo que el nuevo estudio supone una aportación importante al tema.
Artículo de referencia: Neurocranial Osteology and Neuroanatomy of a Late Cretaceous Titanosaurian Sauropod from Spain (Ampelosaurus sp.)
Imagen de portada: Reconstrucción en 3D del endocráneo de Ampelosaurus sp. y su localización en la cabeza. Autor: O. Sanisidro/CSIC
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