En fechas recientes, gracias al generoso ofrecimiento que me hizo a principios de año el que fuera director del programa de TVE “Al filo de lo imposible”, Sebastián Álvaro –Sebas para los amigos, que son muchos–, he tenido ocasión de enfrentarme a uno de mis mayores retos profesionales hasta la fecha: suministrar predicciones meteorológicas a la carta a un grupo de montañeros con ganas de hacer historia en el Karakorum; los miembros de la expedición invernal “Laila Peak 2013”.
El Laila Peak se eleva hasta cerca de 6.200 m por encima del nivel del mar y es una de las montañas más bellas de la Tierra, una afilada aguja de nieves perpetuas, enclavada en un lugar espectacular: la cabecera del valle del Gondogoro, cuyo glaciar está a sus pies, en el corazón del Karakorum pakistaní, cerca de la frontera de China e India. A pesar de no ser un ochomil, es una montaña muy exigente para el escalador, debido a la dificultad técnica que entraña su ascensión. La parte superior del pico es una pala de nieve de 700 metros de altura, con algunas zonas donde la pendiente llega a ser del 70%. Solamente dos expediciones anteriores habían conseguido hacer cumbre, siendo “Laila Peak 2013” la primera que lo consigue en invierno, soportando unas condiciones meteorológicas muy rigurosas, extremas en determinados momentos, lo que puso en serios apuros a los sufridos montañeros.
El veterano Sebas, conocedor de la dificultad de la empresa, me pidió ser el meteorólogo de la expedición, de manera que, desde España, a través de teléfono e Internet vía satélite, pudiera ir facilitándoles predicciones a demanda, y así ellos, a pie de montaña, podrían ir planificando las diferentes fases de la ascensión. Para asumir el reto con ciertas garantías –la seguridad de los montañeros estaba en juego– basé mis pronósticos en los datos previstos que proporciona el modelo determinista del Centro Europeo de Predicción a Plazo Medio (CEPPM), por ser el mejor del mundo en su género. El tamaño de malla de este modelo global de circulación tiene 15 kilómetros y en la vertical genera predicciones para casi un centenar de niveles de atmósfera. Durante las cuatro semanas que duró la expedición, tuve acceso al punto de malla del modelo más próximo a la coordenada geográfica del Laila Peak. Las cotas para las que fui generando predicciones de las variables de interés (temperatura, viento y nieve, fundamentalmente) fueron las del Campamento Base (4.200 m), el Campo 1 (5.200 m), el Campo 2 (5.600) y la cumbre (6.200 m).
En mis conversaciones con Sebas, la transmisión de información fluyó en ambos sentidos, ya que, a cambio de mis predicciones, él me fue ofreciendo valiosos datos sobre las condiciones meteorológicas que iban teniendo, lo que me sirvió para validar la fiabilidad del modelo. Para afinar todavía un poco más en los momentos clave en que, a la vista de los datos del modelo, se iban abriendo ventanas de varios días de tiempo “menos malo” (sería un atrevimiento por mi parte referirme a “buen tiempo” en el Karakorum en invierno), recurrí también a los meteogramas del CEPPM, lo que me permitió acotar la incertidumbre, dando más o menos peso a determinados datos predichos directamente por el citado modelo.
Uno de los momentos en que los expedicionarios percibieron de forma más clara la importancia que tiene disponer de predicciones meteorológicas bien actualizadas y personalizadas en la alta montaña, fue el anuncio de un temporal de nieve y viento de algo más de dos días de duración, justo cuando la mayor parte del grupo había logrado alcanzar el Campo 1 y gozaban de aceptables condiciones meteorológicas. A la vista del pronóstico, optaron por volver sobre sus pasos, descender los 1.000 metros ganados a la montaña y buscar refugio en el Campo Base; una decisión, sin duda, acertada.
Tras el temporal, de nuevo volvieron hacia arriba y llevaron a cabo un primer intento de hacer cumbre, que resultó fallido, quedándose a escasos 70 metros de la misma. La montaña parecía resistirse, pero la apertura de una segunda ventana de tiempo “menos malo” animó a los dos escaladores más jóvenes –Alex Txikon y José Manuel Fernández– a hacer un nuevo intento. En esta ocasión lograron coronar la montaña. Lo consiguieron el lunes 18 de febrero, a las 12 del mediodía (hora peninsular española). Se emplearon a fondo durante 14 horas de esfuerzo titánico, soportando unas condiciones meteorológicas durísimas (temperaturas entre los -25 y los -30 ºC y rachas de viento de 60 km/h), lo que les puso al límite de sus fuerzas, arriesgando su propia vida. La montaña no les regaló nada. Incluso al final de su aventura –al día siguiente–, cuando llegaron al Campamento Base y se reencontraron allí con los compañeros, una avalancha de nieve que tuvo lugar en la canal por la que acababan de bajar, a punto estuvo de sepultarlos.
La expedición “Laila Peak 2013” me ha permitido comprobar un par de cosas. Por un lado, la bondad del modelo global determinista del CEPPM en una zona montañosa de la Tierra –el Karakorum– extraordinariamente compleja, y, por otro, el excelente grupo de personas que se han batido el cobre durante esta expedición invernal, y que me hicieron sentir uno más del grupo, a pesar de no viajar con ellos a Pakistán. Con esta expedición no solo crecí como meteorólogo, también como persona, gracias a la amistad que me ha brindado Sebas y el resto del equipo.
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