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El calendario de la cebolla

JOSÉ MIGUEl VIÑAS – La nochevieja es, con diferencia, el momento del año en que confluyen un mayor número de tradiciones. Desde las doce uvas comidas a la par que suenan las doce campanadas anunciadoras del inicio del nuevo año, pasando por el uso del color rojo en la ropa interior y un sinfín más de creencias y supersticiones muy arraigadas en nuestra sociedad. A mediados del pasado mes de noviembre leí en un periódico digital cómo una serie de familias de la localidad estadounidense de Aberdeen realizaban desde hace bastantes años, todas las nocheviejas, un curioso ritual con cebollas, lo que les proporcionaba el día siguiente –Año Nuevo– las claves de tiempo que haría el año entrante.

El procedimiento consiste en pelar una cebolla e ir desgranado las sucesivas capas hasta disponer de una docena de ellas. Hecha esta operación, se coloca cada capa de cebolla en un pequeño plato, vertiendo encima de ella una cucharada de sal. Se disponen los doce platos en hilera y se asocia cada uno a un mes del año. Tan singular calendario se deja entonces reposar la primera noche del año, y la mañana del 1º de enero se observa cada uno de los platos, viendo si la sal está muy humedecida, poco o nada. Aquellos en los que las cebollas estén más humedecidas y en el platillo tengamos abundante líquido (jugo de cebolla), serán meses muy lluviosos. En los casos en que la sal siga intacta, tocarán meses secos.

A pesar del nulo crédito que tiene un método de predicción meteorológica como éste, los vecinos de Aberdeen, en Dakota del Sur, que llevan a cabo estas prácticas reciben multitud de llamadas telefónicas interesándose por el pronóstico de la cebolla. Tan curioso método de predicción, similar al de las cabañuelas, tiene un origen agrícola y lo practican también en otras partes del mundo, incluida España. En nuestro país se mantiene viva la tradición en algunas zonas del Pirineo Aragonés y también de Cataluña (“Calendari de la Ceba”) eminentemente rurales.

La curiosidad por conocer el tiempo con antelación es algo innato a los seres humanos desde nuestros orígenes. Para dar respuesta a esa inquietud, se fueron desarrollando primitivos métodos de predicción basados en la observación del cielo, los animales y las plantas. Si bien en el caso particular de la predicción local a corto plazo, muchos de esos métodos si que tienen una base científica, los pronósticos a largo plazo carecen de fundamento y sólo deben ser vistos como una mera curiosidad sin más. Se trata de un problema irresoluble, incluso para las modernas técnicas de predicción meteorológica, ya que la naturaleza caótica de la atmósfera imposibilita cualquier intento por predecir con precisión su comportamiento más allá de unos cuantos días.

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