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Astronomía, Mundo

Adiós, Cassini

Nos despedimos de la misión espacial que más nos ha enseñado sobre Saturno. Cassini ha descubierto siete nuevas lunas, observado una gigantesca tormenta en el polo sur, el enigmático hexágono en el polo norte, géiseres en la luna helada Encélado, lagos de metano en Titán…

Saturno tiene más de 60 lunas. Destacamos algunas. Mimas, que se parece a la Estrella de la Muerte. Hyperion, la luna con aspecto de esponja. Iapetus, la luna con un lado oscuro y otro blanco. Dafne, que hace surf entre los anillos.

El 15 de septiembre se ha puesto fin a 20 años de una de las misiones espaciales más exitosas. Cassini se ha desintegrado como una estrella fugaz al atravesar la atmósfera de Saturno. Ha sido una muerte programada para evitar que la sonda, apenas sin combustible, pueda chocar en el futuro contra alguna de las lunas de Saturno y contaminarla biológicamente. Algo a evitar porque, gracias a Cassini, sabemos que podrían tener las condiciones adecuadas para que haya vida.

«Tenemos que volver»: los científicos de las misiones Voyager y Pioneer, las naves que visitaron por primera vez a Saturno, se quedaron con ganas de más. Por cada respuesta conseguida habían surgido muchas cuestiones nuevas. ¿Qué se escondía tras la atmósfera de su luna Titán? ¿Cómo se habían formado sus impresionantes anillos? ¿Qué mecanismos había detrás de las gigantescas tormentas de Saturno? Necesitábamos enviar una nueva sonda. La NASA, la ESA y la Agencia Espacial Italiana se pusieron a ello: Cassini era el futuro.

En 1997 se lanzaba Cassini, con dos toneladas de ciencia y tres de combustible, rumbo a Saturno. Llevaba a bordo nada menos que 12 instrumentos, mucho más de lo habitual en este tipo de misiones. Cassini era lo más parecido a la “navaja suiza” de las sondas: podía recoger todo tipo de datos. Tenía un radar para atravesar la densa atmósfera de Titán, sensores infrarrojos y ultravioletas para ver con ese tipo de “visión” a Saturno, analizadores de polvo cósmico, etc.

Tras breves paradas en Venus y Júpiter llegaba a su destino final en 2004. Cassini no iba sola. Llevaba con ella a Huygens, un robot con cierto parecido a una cápsula de café, que estaba destinado a hacer historia al ser el primero en aterrizar en Titán. El día de Navidad de 2004, Huygens iniciaba su descenso hasta esta enigmática luna. Por primera vez éramos capaces de ver más allá de su atmósfera, la más densa de todas las lunas en el Sistema Solar. Después de 20 días de viaje conseguía aterrizar con éxito y enviarnos las primeras imágenes de la superficie de esta luna helada.

Rotación de Titán.

Gracias a Cassini y Huygens estamos empezando a conocer a fondo Titán. Esta luna, más grande que Mercurio, se parece mucho a nuestro planeta, pese a estar a 200 grados bajo cero. En ella se da el ciclo del agua, como en nuestro planeta, solo que en lugar de ser agua la que se evapora o la que cae en tormentas es… metano. Lagos enormes y ríos de metano corren por su superficie. Y aún más, creemos que puede haber un océano subterráneo lo suficientemente caliente como para que pudiera haber vida microscópica.

Y Titán no es la única luna helada candidata a tener vida. Encélado, mucho más pequeña que Titán, debe su aspecto reluciente a su superficie helada, que refleja la mayoría de la luz que le llega. Cassini nos reveló en 2005 que desde su polo sur salen docenas de géiseres. Erupciones de vapor de agua rica en sales, nitrógeno y compuestos basados en carbono. El agua parece salir de un océano subterráneo, que podría tener una profundidad de hasta 40km. Y no solo eso, hay procesos geotermales parecidos a los que se cree que dieron origen a la vida en la Tierra, que proporcionarían la energía necesaria para que sucediera lo mismo en Encélado.

Algunas de las 62 lunas de Saturno

Los descubrimientos de Cassini no han sido solo sobre las lunas de Saturno. Nos ha dado nuevas pistas sobre el origen y estructura de sus anillos,  sus estaciones, sus tormentas… Ha sido una misión épica. Cassini ha viajado más de 3.500 millones de kilómetros por el Sistema Solar, tomado más de 300.000 imágenes y recogido más de 600 gigas de datos. En los últimos meses ha atravesado los anillos varias veces, enseñándonoslos con una resolución increíble. Y en sus últimos minutos, justo antes de su desintegración, nos envía información muy valiosa sobre la atmósfera de Saturno.

En principio Cassini podría seguir tomando datos mucho más tiempo. La instrumentación de Cassini consume muy poco, mucho menos que tu secador de pelo. Los generadores nucleares que lleva a bordo aún le pueden dar energía durante mucho tiempo. El problema es el combustible necesario para los cohetes. Ése se agota, así que ya no se podría controlar la trayectoria de la sonda. Y con ello el peligro de que pudiera acabar chocando contra Titán o Encélado. Hasta el último momento Cassini lo dará todo por la ciencia, tomando datos de la atmósfera del planeta que difícilmente podríamos conseguir de otra forma. Los datos los recibiremos gracias a su conexión con la Deep Space Network, la red de antenas mundial que escuchan las señales de las sondas espaciales.

¿Veis un pequeño punto azul en esta imagen? Somos nosotros vistos por Cassini. ¿No es increíble que seres en ese pequeño planeta consigamos enviar una nave hasta Saturno? Cuando se ideó la misión de Cassini, a comienzos de 1980, fue un hito en cooperación internacional. Gracias, Cassini, por recordarnos que los humanos, cuando nos unimos, somos capaces de algo así. Los descubrimientos de Cassini seguirán, muchos de los datos que ha enviado aún tienen que estudiarse en detalle. Y lo que aprendamos marcará el camino para las próximas misiones. Tenemos que volver.


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