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Entrevista con Carlos Andradas, Presidente de la COSCE

«Si los proyectos de investigación se rigen con los mismos criterios que los de la ley de contratos para autopistas, la ciencia no funcionará bien»

En forma de recortes y retrasos, los números de la política científica resultan poco esperanzadores para la investigación española. En el mermado horizonte de un presupuesto que acumula desde 2009 un 38% de reducción, la revista Nature alertó el pasado abril sobre el aplazamiento del gobierno de España en conceder 104 millones de euros en ayudas para becas de investigación, que podría hacer peligrar 940 puestos de trabajo. Aquel artículo de alcance internacional recogió la valoración del Profesor Carlos Andradas (Reus, 1956), Presidente de la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE). “Esto demuestra que la COSCE se ha convertido en la referencia para señalar los problemas acuciantes en el día a día de la investigación”, subraya quien dirige desde 2011 esta “meta-organización” creada hace nueve años y que engloba 64 instituciones científicas.

Aunque confiesa que le gustaría llegar a estar más curtido en política académica, a este catedrático de Álgebra no le falta experiencia tras haber presidido la Real Sociedad Matemática Española y haber gestionado los Vicerrectorados de Investigación y de Política Académica y Profesorado en la Universidad Complutense de Madrid. “En España tenemos la tendencia a creer en los supermanes, pero no todo el mundo vale para todo. Es imposible ser un excelente investigador y extraordinario gestor y a la vez trasferir un conocimiento magnífico y diseñar una empresa de base tecnológica”. Opta por el pragmatismo para detectar los problemas, pero con la capacidad de ilusionar a su entorno para emprender nuevos caminos en un mundo en el que dice no haber nada neutral. Ni las matemáticas.

Pregunta. ¿Cómo definiría la política científica actual?

Respuesta. Lo más preocupante es que tiene una incertidumbre absoluta. El Gobierno dice en sus discursos oficiales que el I+D+i debe ser una de las piezas que sustente la economía, pero en sus hechos no lo demuestra. A parte de la escasez de fondos, no se observa una apuesta real por algo concreto. Estamos al albur esperando lo que pueda salir. Por otra parte, se mezclan cuestiones de política científica con otras de índole general. Un ejemplo fue el presupuesto destinado a los Centros y Unidades de Excelencia Severo Ochoa. En 2012 aquel dinero se perdió porque, al ubicarse en Comunidades Autónomas que incumplen el objetivo del déficit, Hacienda no permitió que aquella partida llegara a su destino, aunque ya estuviera aprobada. ¿Qué culpa tiene ese centro de investigación de estar ubicado en una determinada Comunidad Autónoma, si depende de una política nacional, ha ganado una convocatoria y está presupuestado? Al final esa política dificulta un proyecto que además está certificado como excelentes. Sin embargo, se supone que la excelencia es la otra apuesta. El único objetivo visible es el ahorro a ultranza haciéndose a costa de cualquier cosa.

P. A modo de autocrítica, ¿los científicos han reaccionado tarde ante los recortes?

R. Ha faltado cierta capacidad de reacción. Hemos tardado en movernos. En las escasas movilizaciones que hemos organizado la participación no ha sido exagerada. Los científicos somos poco dados a salir a la calle, siempre estamos enfrascados en el estudio o en los laboratorios, con una cierta sensación de no entender cómo es posible que nuestra labor no se vea como importante. Eso hace que nos falte un poco de pulso hasta que los recortes nos afectan muy directamente en el día a día. También se junta la situación global tan dramática del país, con más seis millones de parados. Hay un poco de vergüenza a la hora de protestar, porque pensamos que tenemos trabajo y parece que hay que aguantar y hacer más con menos. Pero cometemos un error. Los efectos de la falta de inversión y de los recortes no se van a ver ahora, sino en los próximos 10 años. Pero el remedio hay que ponerlo ahora. España va a retroceder en su posición internacional en ciencia, y sobre todo en recursos humanos dedicados a la investigación, que es uno de los problemas más urgentes: la edad media tan avanzada en el parqué científico en España. La tasa de reposición cero, la ausencia de dinero para contratar aunque sea con cargo a proyectos, va a ser un lastre tremendo.

“Un objetivo inicial de la COSCE es servir de lobby positivo a favor de la ciencia”

Mientras a un investigador le siga llegando la financiación, no ve la necesidad tan clara de reaccionar. Pero ahora empieza a haber un cierto movimiento. Hay un tercio de investigadores que está preocupado a la espera de que salga la convocatoria porque su proyecto termina este año, y otro tercio que, en teoría, le han concedido un proyecto pero que no ha llegado a ver un euro todavía.  Llevamos cinco meses desde que el proyecto tenía que haberse implantado, y además, la concesión de las cuatro anualidades, que se está intentando “reanualizar” para que se haga en tres, tiene también una cierta incertidumbre. Sólo hay un tercio de los investigadores que está tranquilo, pero al ver cómo evoluciona el panorama empieza a ponerse bastante nervioso. La inquietud es cada vez mayor y supongo que la desazón y la capacidad de reacción se incrementarán.

Carlos Andradas, en la Facultad de Matemáticas de la UCM.

P. ¿Qué parte de responsabilidad tiene la ciencia en la actual situación?

R. La autocrítica sobre el sistema científico hay que hacerla, pero cabe enfocarla a la organización global, no tanto a la labor concreta de los investigadores. Posiblemente hay más instalaciones científico-técnicas singulares y centros técnicos superiores de los que debiera, y quizás tampoco se ubican en los mejores sitios. Desde las universidades todavía se valora sólo un determinado tipo de investigación, la que conduce a la producción de artículos científicos, sin embargo no se incentiva la parte más directamente aplicable como las patentes. La creación de institutos de investigación al margen de la universidad ha proliferado en los momentos de bonanza económica y a lo mejor convendría haber sido más prudente en el gasto. Todo esto habrá que revisarlo. Pero más grave es el hecho de que todavía rijan la investigación las mismas normativas de otras cuestiones que no tienen nada que ver. Mientras los criterios que ordenan la ejecución de un proyecto de investigación sean los mismos que los de la ley de contratos para kilómetros de autopistas, las cosas en ciencia no pueden funcionar bien. Necesitamos criterios distintos y mucha más flexibilidad y saber reaccionar para avanzar. Cuando se empieza un proyecto de investigación se definen los objetivos, pero después, en función de lo que se descubre, hay que reaccionar y tener la capacidad de redirigir la investigación con los fondos que tiene para lo que el investigador principal considere más adecuado.

P. Desde ese punto de vista organizativo, ¿es momento de replantear el mapa científico y el modelo de contratación para la investigación?

R. Por lo menos, de sentar las bases. Hay que aprovechar los tiempos difíciles como momentos de oportunidad para los cambios que en otras épocas son más difíciles de hacer o no se aprecian como necesarios. Hay cosas que no cuestan dinero, como las dos mencionadas en la pregunta: valorar si lo que tenemos es realmente racional o en algunos aspectos estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades, y revisar los modelos de contratación, organización y gestión.

“Los efectos de la falta de inversión se van a ver en los próximos 10 años”

La necesidad va asentándose cada vez más. Pero a veces está la contradicción interna de las políticas científicas. En un principio no se contempló la tasa de reposición para investigadores. Después de muchas peleas y de ponerlo sobre la mesa, se aceptó una tasa de reposición del 10% para investigadores, que todavía sigue vigente, pero el Gobierno sólo lo aplica para funcionarios, por entender que las vacantes lo son dentro de la función pública admitiendo una tasa de reposición del 10% como funcionarios. Se pretende avanzar hacia otros modelos de contratación, por ejemplo la sustitución de esos funcionarios por contratados, pero hay muchas dificultades.

P. ¿Qué correlación existe entre la tasa de paro y el porcentaje de reducción de inversión en I+D+i?

R. En España el número de desempleados es tan dramático porque un porcentaje muy elevado de nuestra población trabajaba en sectores muy volátiles, como los servicios y la construcción por el boom inmobiliario. Con una política económica absurda, que conduce al círculo vicioso del ahorro, que retrae el consumo y crea una espiral que afecta a la fuerza de trabajo destinada a los servicios. Si hubiéramos tenido un tejido productivo con una red mucho mayor de empresas destinadas al I+D, en un mercado mucho más global, la incidencia del desempleo hubiera sido mucho menor. Se ve en otros países, pero nosotros no hemos sabido crear ese tejido empresarial. No se le puede echar la culpa de todo al Gobierno actual, porque es el resultado de una filosofía, una mentalidad y de un trabajo a largo plazo de hace tiempo. El problema es que ahora las pocas empresas que se habían constituido con actividades de I+D+i están cerrando.

P. La COSCE colaboró con el colectivo Carta Abierta por la Ciencia, que con contó con el apoyo de 26.000 investigadores, y el pasado febrero envió una carta al Presidente del Gobierno por el deterioro de la I+D+i y la ausencia de una política científica fiable. ¿Qué efectos tiene esa movilización?

R. No se puede decir que haya tenido efectos visibles. Siempre nos hacemos la ilusión de creer que algo queda e influye. Los políticos saben que hay inquietud y gente que vamos a seguir señalando las disfunciones del sistema, pero la respuesta ha sido bastante decepcionante. Primero, la Carta Abierta por la Ciencia, que fue redactada antes de conocer los presupuestos, llamaba la atención frente a la posibilidad de un escenario de recorte que cifrábamos en el 9%. La respuesta que encontramos fue el de un recorte del 25%. Tuvo un efecto nulo ante el Gobierno, aunque fue beneficioso de manera colateral para sensibilizar a la sociedad y los medios de comunicación sobre la importancia de la investigación y el desarrollo. La segunda carta, dirigida al Presidente del Gobierno, la firmó la práctica totalidad de presidentes de sociedades científicas. La contestación y el tratamiento que se le han dado a esa carta han sido frívolos.

“Nuestra carta no trata de reclamar más dinero, sino señalar las disfunciones entre ministerios”

Nuestro texto no trata de reclamar más dinero, sino señalar las disfunciones ante las contradicciones entre ministerios, puesto que cuando el de Economía resuelve determinados casos el de Hacienda los paraliza, como en el ejemplo mencionado de los Centros Severo Ochoa o en determinados proyectos de investigación del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA). Otro ejemplo que hemos expuesto en la carta es el de los proyectos con fondos de la Unión Europea, que contemplaban en su ejecución la contratación de personal para desarrollarlos. Esos proyectos habían de realizarse en universidades, y por tanto, la convocatoria necesitaba una autorización del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas. Pero esa autorización no ha llegado nunca, por lo que el dinero que estaba disponible hay que devolverlo a Bruselas cada mes que no se ejecute. Sin embargo, se nos lanza el mensaje de ir a competir por fondos europeos. Si realmente, como se ha dicho en declaraciones, el I+D es un sector al que se considera prioritario, le pedimos al Presidente del Gobierno que diga al ministro de Hacienda que no revoque los proyectos de I+D que hayan sido aprobados por el Ministerio de Economía. Pero la contestación ha sido del jefe del gabinete, ni siquiera del presidente, y es absolutamente genérica.

P. ¿Qué fortalezas y deficiencias detecta en la COSCE a lo largo de sus nueve años de existencia?

R. Cuando surgió la COSCE tenía que hacerse un hueco, y lo ha conseguido. Hay que agradecérselo fundamentalmente a la comisión gestora inicial y al primer equipo de gobierno, y en particular al primer presidente, Joan Guinovart, porque pasó de no existir a ser una voz de referencia en la investigación. Cuando sale alguna noticia desde los medios de comunicación, la referencia y, en cierto modo, la validación es la COSCE. También lo somos desde el Gobierno. El objetivo inicial de su creación, además de promover la cultura y las vocaciones científicas y velar por el desarrollo, también es el de servir de interlocutor al Gobierno y hacer un lobby positivo a favor de la ciencia y de la investigación, y también se ha conseguido. Desde el Gobierno se nos informa y se nos pregunta, no sé si siempre se nos tiene en cuenta, pero nuestra opinión les importa. El balance es positivo en ese sentido. Pero habría que dinamizarla más en cuanto al desarrollo de la ciencia a través de la organización de actos y conferencias, y la divulgación. Ahora lo estamos intentando con la enseñanza de las ciencias. No es fácil, porque no están claras las competencias para hacerlo desde una confederación de asociaciones.

“Si baja el porcentaje del I+D+i se agranda la diferencia con la media europea y el número de parados”

Cada asociación tiene su propia dinámica, sus actividades de divulgación y aproximación en la educación de su área concreta de conocimiento, y hay que conjugarlo todo y crear sinergias. Ahora estamos en las condiciones de poder hacerlo porque tenemos una visibilidad importante para actuar en ese sentido. La iniciativa del portal de comunicación www.conec.es va en esa dirección, y estamos ilusionados con el Proyecto ENCIENDE, que quiere incidir en la enseñanza de las ciencias en edades tempranas, para tener más presencia social y que no se nos vea sólo como los Pepito Grillo de la ciencia, que sólo levantamos la voz para reclamar más dinero o pedir medios, sino que queremos y hacemos cosas con nuestros recursos.

P. Ante un panorama tan crítico, ¿ha habido algún momento dorado para la ciencia en España?

R. Entre los años 2000 y 2008 la inversión pública creció de manera reiterada. En algunos casos ese crecimiento no fue absorbido completamente, quedaron grandes partidas, relacionadas con el Capítulo VIII, sin ejecutar sobre todo en los últimos años, y no se buscó la forma de crear un tejido productivo basado en la investigación y el desarrollo en el sector privado. Fueron años dorados en el sentido de aumentar los recursos, pero seguíamos estando muy por detrás de la inversión media de la UE en I+D+i, que supera el 2% del PIB. En España alcanzaba en 2010 el 1,39%, y en 2011 bajó al 1,33%, y posiblemente bajemos en 2012 cuando se conozcan los datos. En momentos de recesión es comprensible que disminuya el dinero global cuando el PIB se reduce, pero lo que no se justifica es que además baje el porcentaje dedicado al I+D+i. Lo único que se consigue es agrandar la diferencia con la media de la UE y el número de parados.

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One Response to «Si los proyectos de investigación se rigen con los mismos criterios que los de la ley de contratos para autopistas, la ciencia no funcionará bien»

  1. Beatriz Monerri 25 mayo, 2013 at 7:34 #

    Muy reveladora y clara la entrevista realizada.
    No podemos permitir que nuestros jóvenes talentos científicos encuentren su camino fuera de nuestro país. Las estancias en el extranjero son necesarias y enriquecedoras pero no deben ser el destino final de nuestros investigadores. Investigadores y científicos que se forman en España y, en la mayoría de los casos, en universidades públicas.
    Es muy desalentador leer en la prensa que un joven físico galardonado por sus logros no obtiene un contrato Ramón y Cajal en su país. O que una joven científica valenciana fue despedida al haber sido afectada por un ERE, desarrollando actualmente su actividad científica en un grupo de investigación puntero en USA. O que el investigador de una enfermedad de las calificadas como «raras» debe financiar su investigación con las rifas que celebran las asociaciones de afectados por dicha enfermedad.
    ¿Somos un país serio? ¿Somos un país de pandereta y olé? ¿Queremos salir de la mediocridad?
    Hay que perseverar, sin descanso en esta lucha. La clase política ni puede ni debe hacer oídos sordos al requerimiento de los colectivos científicos.

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