Hay otros tipos de luz?
Alberto Fernández Soto
Sí. La luz que podemos ver con nuestros ojos es una mínima parte de lo que llamamos el “espectro electromagnético”. Nuestros ojos están optimizados para ver esta luz porque es la mayor parte de la que nos llega procedente del Sol, y por tanto es especialmente útil. Pero también podemos percibir la radiación infrarroja, que es un poco menos energética que la visible. ¿Cómo? Simplemente acercando la palma de la mano a nuestra cara. El calor que recibimos es, en su mayor parte, radiación infrarroja-a misma que detectan las cámaras nocturnas de seguridad o las que usan en el ejército. A menores energías encontramos las microondas y las ondas de radio, que no percibimos directamente, pero que utilizamos a diario en muchas aplicaciones. En dirección contraria, hacia radiaciones de alta energía- y por tanto, potencialmente dañinas- encontramos la radiación ultravioleta. Aunque muy atenuada, también nos llega desde el Sol, y puede quemar nuestra piel. Más allá se encuentran radiaciones de muy alta energía, como los rayos X y los rayos gamma, de uso frecuente en medicina y aplicaciones científicas. Todos estos tipos de luz son emitidos por los astros, y cada uno de ellos nos da información sobre diferentes aspectos de su naturaleza.
¿Para qué queremos telescopios tan grandes?
Alberto Fernández Soto
Cada uno de nosotros capta la luz con la pupila del ojo, un pequeño orificio de aproximadamente 1 centímetro de diámetro. Igual que ocurre con el agua, si colocáramos un embudo grande antes de ese orificio, podríamos recoger mucha más luz. Un telescopio de aficionado de 10 cm de diámetro recibe 100 veces más luz que el ojo, y el Gran Telescopio Canarias, de 10 metros, recibe un millón de veces más. Pero además, nuestro ojo capta luz de modo continuado, sin poder acumularla para ir sumando imágenes cada vez más claras.. Eso sí lo pueden hacer las cámaras fotográficas, de modo que si hacemos una foto con una exposición de 10 segundos, recogeremos 10 veces más luz que en un solo segundo. Es como si, además del embudo, pusiéramos un enorme cubo para recoger el agua. A los astrónomos nos interesa recoger mucha luz porque toda la información que tenemos de los objetos del cielo nos llega a través de ella. Cuanta más luz atrapamos, más lejanos son los objetos que podemos ver, y con más detalle podemos verlos. Así aprendemos todo lo posible sobre ellos.
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