Todas las primaveras, los tornados son noticia en EEUU. El conocido como “callejón (o corredor) de los tornados” (Tornado Alley) es el lugar de la Tierra donde tiene lugar un mayor número de tornados al año, ya que es justamente allí, en las Grandes Llanuras, donde se dan los ingredientes adecuados para el crecimiento de las grandes y poderosas tormentas que a veces –no siempre– generan esos peligrosos y destructivos vórtices.
El lunes 20 de mayo de 2013 fue uno de esos días en que las predicciones meteorológicas apuntaban a la posible formación de tornados en “el callejón”. En poco más de dos horas crecieron de forma explosiva varias supercélulas sobre una zona de elevadísima inestabilidad atmosférica que pillaba de lleno al estado de Oklahoma. A partir de ese momento, los meteorólogos locales y los “cazatornados” llevaron a cabo un exhaustivo seguimiento de la evolución atmosférica. Una de sus principales herramientas fue las imágenes de radar Doppler, que permiten identificar en tiempo casi real la estructura en forma de coma que delata la formación del tornado y seguir su evolución.
Aquel día funcionaron los protocolos de actuación que se ponen en marcha en estos casos en EEUU, y con unos quince minutos de antelación se fueron emitiendo los pertinentes avisos a la población de los condados por los que previsiblemente iba a discurrir el tornado. Esto permitió a muchas de las personas que vivían en esa “zona cero”, resguardarse bajo tierra en los refugios antitornados que tienen en sus casas, minimizando el número final de víctimas. Lo que nadie pudo llegar a predecir, ni siquiera en los momentos previos a que el tornado se formó e inició su recorrido, fue la magnitud final que llegó a alcanzar, convirtiéndose en un “monstruo” de un poder destructivo que cuesta concebir. Algunas informaciones han apuntado que llegó a liberar una energía equivalente a 8 veces la de la bomba atómica de Hiroshima.
Lo que nadie pudo llegar a predecir, ni siquiera en los momentos previos a que el tornado se formó e inició su recorrido, fue la magnitud final que llegó a alcanzar.
El suburbio de Moore, situado al sur de Oklahoma City fue el que sufrió las peores consecuencias del paso del tornado, quedando devastado en gran parte. El tornado llegó a alcanzar la categoría EF5 –la máxima que establece la clasificación de Fujita mejorada– en un tramo de su recorrido. En algo menos de una hora recorrió una distancia de unos 30 kilómetros, convirtiendo en escombros todo lo que se encontró a su paso. Su anchura llegó a superar los 3 kilómetros –unas dimensiones anormalmente grandes– y llegaron a medirse vientos sostenidos de 210 millas por hora (338 km/h), estimándose, a partir de los datos del radar Doppler, una racha máxima de 270 millas por hora (unos 486 km/h).
En mitad del caos y la destrucción provocada por el paso del tornado, las primeras informaciones elevaron hasta cerca de un centenar el número de personas fallecidas, aunque finalmente se redujo a 24. Desgraciadamente, algunas de ellas fueron niños, ya que a la hora en que ocurrieron los hechos todavía había clase en las escuelas, y varias de ellas fueron golpeadas de lleno por el tornado. A pesar de tan mala noticia, este tornado no se encuentra, ni de lejos, entre los más mortíferos ocurridos en EEUU desde que existen registros meteorológicos. El que más víctimas mortales causó fue el tristemente famoso «Tornado de los 3 estados”, ocurrido el 18 de marzo de 1925, con 695 personas fallecidas, seguido por el “Natchez Tornado”, del 6 de mayo de 1840 (317 muertos) y el “tornado de Sant Louis”, ocurrido el 27 de mayo de 1896 (216 muertos). Mucho más cercano en el tiempo está el tornado de Joplin (Missouri) del 22 de mayo de 2011, que se llevó por delante la vida de 158 personas.
A pesar de las limitaciones que todavía en el mundo tecnológico actual tiene la predicción de tornados y su evolución a muy corto plazo, de no haber existido un sistema de avisos a la población como el que se puso en marcha el 20 de mayo de 2013 en Oklahoma, el número de fallecidos habría sido mucho mayor y seguramente el tornado de Moore hubiera entrado en el top 5 de los más mortíferos de la historia.
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