Cuando el hambre, la pobreza, la falta de recursos y trabajo, las turbulencias políticas o cualquier otro problema de orden socio-economómico o político afecta negativamente a una región, buena parte de sus habitantes se ven obligados a emigrar a un lugar con mejores perspectivas de futuro, aún cuando ello suponga un largo y penoso viaje. Aún hoy, por ejemplo, a pesar de la crisis económica que azota España, miles de personas procedentes de países subsaharianos se juegan la vida y sus ahorros por alcanzar nuestras costas, con la esperanza de hallar aquí un futuro favorable antagónico al infierno que llegan a vivir en sus países de origen.
En realidad, las migraciones han existido a lo largo de toda la historia y son muchos los documentos que tenemos al respecto. En esta ocasión, voy a referirme a algunos textos procedentes del antiguo Egipto, los cuales nos hablan del modo en que los egipcios vigilaron sus fronteras para controlar el paso de inmigrantes.
La Profecía de Neferty, un conocido texto del Imperio Medio, advierte de cómo el rey egipcio Amenemhat I (ca. 1939-1910 a.C.) tuvo que alzar “los muros del gobernante” para impedir la entrada de asiáticos por la frontera oriental del Delta. También Sinuhé, el protagonista de una de las grandes obras clásicas de la literatura egipcia nos relata cómo “los muros del gobernante, (fueron) construidos para detener a los nómadas, para aplastar a los que merodean por las dunas”. Por el puesto fronterizo de Tjaru, al NE del Delta, debían pasar muchos asiáticos, como los 37 (hombres, mujeres y niños) mencionados en época del rey Senusret II (ca. 1845-1837 a.C.) en la tumba de Khnumhetep en Beni Hassan.
No sabemos exactamente qué fueron los “muros del gobernante”, pues aunque pensemos en una serie de muros fronterizos, torres o fortines, de defensa militar y para el control de la inmigración, una expresión similar es empleada en una inscripción de época de Tutankhamon (la estela de Kurkur) en un contexto en el que difícilmente hallaremos obras de estas características.
La estela de Kurkur, hallada en un oasis al oeste de Elefantina, muestra la conversación entre un comandante de fortaleza y un policía medjai (nubio). El primero le dice al segundo: “¿Por qué no has venido para mostrar el camino en el muro del faraón, v.i.s., desde ayer? Tú no viniste a coger el sello. ¿Tú no conoces la advertencia del Virrey (de Kush) Huy de establecer adecuadamente el muro del faraón?. Mira, pon al faraón, v.i.s., en tu corazón o morirás”. Y el policía contesta no sin ironía: “¡Qué grandes son ellos, los 4 iteru (más de 40 km.) de viaje que yo realizo cada día; 5 veces yendo arriba, 5 veces yendo abajo; así que, no deje que sea reemplazado por otro!”. Parece que aquí, por tanto, el muro no es más que el recorrido que realizaba el policía por el desierto desde su fortaleza de origen, con el fin de controlar la inmigración ilegal.
En los llamados Despachos de Semna, hallamos más información sobre el control de inmigrantes. Son cartas de época de Amenemhat III, enviadas entre las fortalezas del territorio nubio controlado por los egipcios, entre la primera y segunda catarata del Nilo. En una de ellas leemos: “Hemos encontrado las huellas de 32 hombres y 3 asnos (…) al borde del desierto. Este humilde sirviente ha enviado sobre ello a Semna un mensaje de fortaleza a fortaleza”.
Otra carta, en la que se incluye las palabras de un inmigrante, es más cruda al mostrar la dureza de la realidad de esas personas que buscaban en el Egipto faraónico la llave de su futuro: “Infórmate (…) sobre dos hombres medjau, tres mujeres medjau y dos niños que bajaron del desierto (…) diciendo: “Hemos venido para trabajar en el palacio (…)”. Entonces, se les preguntó acerca de la situación en el desierto, y ellos dijeron: “(…) el desierto se está muriendo de hambre” (…). Entonces, un servidor dispuso que fueran despedidos hacia su desierto en ese mismo día, y una de las mujeres medjau dijo: “¡Oh!, permitid que mi marido esté entre esta gente (que tiene permiso de entrada)!”.
Las leyes egipcias eran estrictas en la frontera meridional de Nubia, donde las fortalezas de Semna y Kouma controlaban uno de los rápidos de la segunda catarata. Una estela del año 8 de reinado de Senusret III dice: “Frontera meridional hecha en el año 8, bajo la majestad del rey del Alto y Bajo Egipto, Khakaura; con tal de impedir que todo nehesy (nubio) la cruce, por agua o tierra, con un barco-kai o cualquier rebaño de los nehesiu; excepto el nehesy que fuera a comerciar a Iken (fortaleza de Mirgissa), o como emisario para hacer negocios provechosos con ellos, pero sin permitir que ningún barco-kai de los nehesiu pase Heh (fortaleza de Semna), viajando río abajo”. El texto no puede ser más claro: la frontera estaba transitable hasta Mirgissa si se iba a comerciar y ello era provechoso para Egipto; sin embargo, cualquier otro nubio tendría prohibido el paso más al norte de Semna, en la frontera sur.
Como ahora, el control de aduanas e inmigración era selectivo…
© 2013 Conec. Todos los derechos reservados.
No comments yet.