Landerer es un buen ejemplo de científico “amateur”, frecuente en otros países como Inglaterra o Estados Unidos de América, pero excepcional en España. Cultivó con éxito la astronomía, la geología, la paleontología, la meteorología y la geofísica. Con medios modestos, participó activamente en muchos de los debates y progresos en el campo de la astronomía en los últimos años del siglo XIX y principios del XX.
Jose Joaquín Landerer y Climent nació en Valencia en 1841. Era hijo de Ricardo Landerer, suizo natural de Basilea y de Vicenta Climent, natural de Valencia. Landerer estudió en Valencia, donde se graduó de bachiller en ciencias. No prosiguió estudios superiores, ni desempeñó nunca ningún puesto universitario. Su formación fue, en gran medida, autodidacta. Se casó cono Dolores de Córdoba y Valverde, al parecer vecina de Tortosa y, al menos a partir de 1868 y hasta su muerte alternó su residencia en Tortosa con las de Valencia. En Tortosa se dotó de un buen equipo instrumental y de una excelente biblioteca para realizar sus investigaciones y observaciones astronómicas. En 1876 estableció en su residencia tortosina un laboratorio y gabinete geológico que ofrecía sus servicios a los agricultores y en temas de minería.
Las investigaciones en geología y paleontología de Landerer se circunscribieron a los materiales y fósiles del piso que denominó Tenéncico (Cretácico inferior) de la región del Maestrazgo de Castellón y del área de Tortosa. En 1878 publicó sus Principios de Geología y Paleontología que fue reseñado elogiosamente en la revista de la Société Géologique de France. En 1884 publicó el primer tratado aparecido en España de mineralogía microscópica. Ferràn i Clúa e Innocent Pauli, autores de la vacunación anticolérica se iniciaron en sus investigaciones con un microscopio de Landerer.
Landerer fue un adelantado en España en la investigación de las corrientes telúricas, presentando sus resultados en la Academia de Ciencias de Paris y en varias revistas. En astronomía, Landerer comenzó a trabajar intensamente a partir de 1870. Observó el movimiento de los satélites de Júpiter, contrastando empíricamente las teorías analíticas establecidas en la época. Observó también las manchas de Júpiter, estimó con notable precisión el periodo de rotación del planeta y estableció un método para estimar la magnitud y latitud de la mancha roja. Dedicó especial atención a la composición de la Luna, recurriendo a la polarización de la luz. Sus resultados fueron considerados como los más importantes conocidos sobre el tema. Se interesó también por la física solar y registró regularmente observaciones de machas solares.
Landerer participó activamente en la observación de los eclipses de 1900, 1905 y 1912, cuya franja de totalidad atravesó la Península, calculando las zonas de totalidad y los mejores lugares para observar el eclipse. Asimismo, participó en la recepción de los equipos extranjeros. Y finalmente, presentó los resultados de sus propias observaciones.
En 1901 la Société Astronomique de France le otorgó el premio Janssen, que llevaba el nombre del gran astrónomo y Astrofísico francés, establecido para recompensar los trabajos astronómicos, en conjunto, de un autor.
Landerer participó activamente en la fundación del Observatorio del Ebro y en la definición de sus funciones y tareas. Murió en 1922. El año 1930 el Observatorio inauguró un nuevo pabellón, construido gracias a los bienes legados por el científico valenciano y destinado a contener la Biblioteca del Observatorio, un museo de Astrofísica y un archivo fotográfico.
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