J.J GÓMEZ CADENAS – Llevo 20 años trabajando en física de neutrinos, un campo que siempre ha tenido su aureola hippie. Cuando decidí unirme al experimento NOMAD que buscaba demostrar que los neutrinos oscilan (esto es que el neutrino electrónico puede convertirse en neutrino muónico, un fenómeno bastante espectacular del que ya hablaremos) recuerdo que más de un colega me avisó de que iba por muy mal camino, más o menos lo que cualquiera le diría al amigo de toda la vida al que de repente le da por frecuentar una secta. Y durante los años de experimentos en Japón, me encontré más de una vez con un compañero de viaje en aquellos vuelos interminables a Tokio, mirándome como si fuera un marciano.
– «¿Y dice que no tienen casi masa y no interaccionan con la materia y no sirven para nada? »
Era tanta la desesperación de mis interlocutores que empecé a justificar mi trabajo diciendo que tomábamos neutrino-grafías del Sol (lo cual era verdad, los neutrinos permiten ver el interior del sol, que es opaco a la luz) y que quizás algún día servirían para hacerle radiografías a la Tierra y encontrar petróleo (la verdad es que ya se han detectado neutrinos provenientes del interior de la corteza terráquea) o para controlar la proliferación nuclear (acabé escribiendo una novela, Materia Extraña, publicada con Espasa, en la que desarrollaba esa idea en toda regla). Al final, echándole imaginación, conseguía que la gente no me tomara por el pito del sereno. Pero de ahí a que ser físico de neutrinos fuera sexy, había mucho trecho…
Hasta que llegó el experimento OPERA y proclamó que los neutrinos iban más rápido que la luz y de repente todo el mundo hablaba de ellos y los del oficio éramos más populares que Antonio Banderas. Me presentaban a alguien nuevo y en cuanto salía a la conversación a qué me dedicaba me apresuraba a hinchar pecho y decir:
– «Soy físico de neutrinos».
Y mi interlocutor me miraba incrédulo y me preguntaba:
– «¿Esos que van más rápidos que la luz?»
Esos mismos, decía yo, sin caber en mi ego, mientras mis colegas (muchos de los cuales trabajan en el CERN, en los experimentos que buscan el bosón de Higgs en el LHC) me miraban con cara de pocos amigos porque nadie les hacía mucho caso, definitivamente los neutrinos veloces, más veloces que la luz, más veloces que los sueños, gustaban más a todo el mundo.
– «Y ahora resulta que quizás todo fue un error. Que lo de los neutrinos era una burbuja, como la del ladrillo».
Hace unos meses me visitaba mi amigo Emilio Radicioni. Emilio, Antonio Ereditato (el coordinador de OPERA) y servidor nos conocemos desde hace muchos años. Emilio me decía, hay qué ver que valor tiene Antonio, hay que ver la que ha liado. Porque también él, como yo, era escéptico, pero los dos nos asombrábamos con Ereditato como se asombraría cualquier oficinista de vacaciones en las Vegas viendo a los jugadores de verdad (a los gamblers, la palabra inglesa es maravillosa) jugarse los millones a la ruleta. Y por unos meses salía siempre siete y rojo. Y ahora se acabó, parece ser.
Y todo por un cable mal apretado. Hace unos meses, cuando los neutrinos todavía viajaban más rápido que la luz, me hice el escéptico en una entrevista para Levante.
Unos días después me escribía mi amigo Vicent J. Martínez. Me decía:
– «Muy interesante la entrevista de Levante, y estoy de acuerdo en lo que dices y en cómo lo dices».
Ni qué decir tiene que me regalaba los oídos. Eran los tiempos de la burbuja, de vivir en el carril rápido, de la velocidad de los neutrinos. Pero Vicent también me decía:
«Sólo un detalle, la supernova 1987A estaba en la Gran Nube de Magallanes, en las afueras de la nebulosa de la Tarántula, observable desde el hemisferio sur, mientras que la Nebulosa del Cangrejo es el resto de una explosión de supernova que observaron los chinos en 1054, y está en la constelación de Tauro, en nuestra propia galaxia, a unos 6500 años luz. La confusión seguramente viene por lo de Cangrejo o Tarántula (ambos artrópodos o, como diría mi abuela, bichos en general!)».
En mi argumento contra los neutrinos translumínicos (que ofrecía con la boca chica, hipócrita de mí, porque en el fondo, qué narices, me moría de ganas de que fueran más rápidos que la luz) se me habían traspapelado las nebulosas. Un error lo comete cualquiera y 60 nanosegundos son muy poca cosa.
Me llaman de la prensa y la reacción general de los mismos periodistas que encabezaban sus artículos haces unos meses con frases del tipo: “Neutrinos destrozan la teoría de la relatividad”, o “Experimento del CERN demuestra que Einstein se equivocaba”, ahora publicarán: “Todo fue un error humano”. “Increíble error responsable del resultado erróneo en experimento fallido”.
Se me viene a la memoria la célebre escena de Casablanca, cuando el Renault manda cerrar el local de Rick exclamando: “Qué vergüenza, qué vergüenza, me he enterado que aquí se juega”.
Pues sí, los físicos cometen errores, como los economistas y los políticos (pero menos). Lo malo es que nos hemos aficionado a los titulares, como ellos. Más de uno en OPERA estará añorando el tiempo, irremediablemente pasado, en el que los cables sueltos se apretaban de puertas para adentro.
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Quiero recordar los datos.
Segun Caren Hagner (líder de la sección alemana del proyecto OPERA):
http://amazings.es/2012/02/27/entrevista-a-caren-hagner-el-error-de-opera-en-los-neutrinos-superluminimos/
El ultimo metro de fibra óptica, según se subía o bajaba, metía hasta 100 nanosegundos de retraso.
Solo espero que en este blog se pueda calcular.
Soy Ingeniero Superior en Telecomunicaciones por la UPM, llevo mas de 22 años en Laboratorio en Multinacionales, y conozco perfectamente las capas medias y de alto nivel de los protocolos de comunicaciones.
Es IMPOSIBLE que en 3 años no lo hubieran detectado.
Mas aún, conozco los dispositivos fotónicos de emisión/recepción, se que pueden meter del orden de picosegundos de retardo, JAMAS 60 nanosegundos.
Pero lo peor, a nivel estrictamente físico, los retardos introducidos por deformación de un conector (Estructura pasiva de unos 2 centímetros), de un metro de fibra óptica (Lo que dice la Sra, Caren), pueden introducir entre 50 y 80 picosegundos.
JAMAS, 60.000 picosegundos (60 nanosegundos).
Solo puedo decir que es mentira, y me gustaría que en este blog, se permitiera el calculo libre de estos datos.
En otros blogs (Como http://francisthemulenews.wordpress.com/ ) llevan 20 días sin calcular nada .
Se les pidió en :
http://francisthemulenews.wordpress.com/2012/02/29/que-puede-haber-pasado-con-el-cable-de-fibra-optica-en-opera/#comment-16487.
No solo no han contestado, sino que han llenado de insultos tipo ‘magufo’, y finalmente, han bloqueado el acceso y borrado todo planteamiento de calculo.
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Un conector de fibra óptica , como mucho, es de unos 2 centímetros de largo.
Si la fibra óptica se aleja 2 centímetros , como mucho, y aun así sigue el enlace digital (Lo que es mucho suponer), el incremento de retardo por esos 2 centímetros, con un indice de refracción de 1.2 del aire a presión atmosférica a ras de suelo, es de:
Distancia / (Velocidad de la luz/ Indice de refracción) = 0.02/(3e+8/1.2) = 80 picosegundos
80 picosegundos , en esas extremas circunstancias, es el máximo tiempo que un cable óptico mal conectado puede añadir al camino óptico.
80 picosegundos son 0.08 nanosegundo.
JAMAS un conector de fibra óptica mal conectado, añade 60 nanosegundos.
Saludos.
Están mintiendo, y lo saben.
Querido Javier M. Martinez, no voy a entrar a valorar tus cálculos, solo me quiero preguntarte, cual es «su» motivación para mentir? Tu expones airadamente que mienten , pero cua podría ser la motivación?¿ Podríamos estar ante un engaño desde el principio, y nunca haber obtenidos resultados de Neutrinos Superlumínicos y mentir «descaradamente» para conseguir una cuota de protagonismo mediático que jamás hubieran obtenido de otra forma?
Saludos.