LUCA TANCREDI BARONE – “Cada hombre tiene un programa vital que es el único auténticamente suyo”. Con estas palabras en 1933 José Ortega y Gasset describía la vocación. Y, si hay una categoría de personas para las que “esos diversos proyectos vitales o programas de vida que nuestra fantasía elabora” acaban transformándose en una realidad, es la de los astronautas.
También Luca Parmitano (Paternó, Catania, 1976), astronauta de la Agencia europea del espacio (ESA), soñaba con subir a una astronave. “Fueron los primeros paseos espaciales y las primeras imágenes del Shuttle las que me hicieron pensar que aquello pudiese ser un trabajo hermoso, asequible”, explica. Luca es uno de los seis nuevos astronautas escogidos entre más de 8000 candidatos por la ESA en 2008. Su país, Italia, es el que de momento tiene más astronautas en el cuerpo europeo: cuatro de 14. Sin embargo, mirando a los números, incluso para un italiano, como dice otro compañero suyo, el veterano Paolo Nespoli, “solo ser papa es más difícil que ser astronauta”.
“Fueron los primeros paseos espaciales y las primeras imágenes del Shuttle las que me hicieron pensar que aquello pudiese ser un trabajo hermoso, asequible”
La primera misión de Luca será en 2013. Subirá a la Estación espacial internacional ISS a través del módulo espacial ruso Soyuz, de momento el único medio de transporte para alcanzar la estación.
Pregunta: ¿Cómo se cría un astronauta?
Respuesta: Ralph Waldo Emerson decía que siempre que quieras dar en el blanco, tienes que apuntar un poco por encima del blanco. De esta forma, cualquier cosa que puedas obtener, siempre será un buen resultado. A mi me gustaba volar, así que me apunté a la academia aeronáutica con los 19 años. Desde entonces he seguido haciendo lo que me gustaba, he pilotado muchos aviones y he llegado a ser piloto de pruebas. Me licencié (en ciencias políticas, porque para un aviador es importante conocer el derecho internacional) y obtuve un máster en ingeniería aerospacial en Francia. Mi sueño siempre ha estado conmigo, sin embargo he disfrutado y me he entregado en todo momento en lo que hacía. Cada paso era un peldaño más hasta el resultado final.
P: ¿Era un empollón?
R: [ríe] Quizá un poco. Una cosa que me han enseñado mis padres es que solo hay dos formas para hacer las cosas: mal o bien. Mejor hacerlas bien, entonces. Sin embargo, mi forma de ser empollón era bastante especial. Por ejemplo, siempre me ha encantado el deporte. Tocaba el bajo, actuaba como amateur en teatro. Pero siempre lo he hecho para pasarlo bien, y lo prometo: ¡no era insoportable!
P: ¿Qué cualidades tenéis los astronautas?
R: Lo que he notado en mis colegas es que somos personas equilibradas. Amamos nuestros trabajos, los anteriores y el actual. Hemos vivido y trabajado mucho en el exterior, y nos llevamos bien en un ambiente internacional.
P: ¿Y cómo serán los astronautas del futuro?
R: Tendrán que ser flexibles y curiosos. Tendrán que pensar más allá de lo establecido, estar listos para hallar nuevos caminos. Y, como nosotros, tendrán que estar preparados para convivir con personas distintas, a solucionar conflictos de forma pacífica. Si quieren llegar a Marte, no tendrán más remedio.
P: Lleva ya casi un año adiestrándose para su misión, y le queda año y medio. ¿Por qué se tarda tanto?
R: Un astronauta tiene que ser, a la vez, capitán, oficial, navegador, electricista, marinero, fontanero, experimentador y hasta cobaya. Ahí arriba sí que estamos en contacto con la tierra, pero no podemos volver a casa si surge algún problema. Todos tenemos que hacerlo todo y tener conocimiento de todos los elementos de la estación. Yo soy piloto – me costará menos aprender a pilotar la Soyuz. A mi compañero Alexander Gerst, que es científico y volará después de mí en 2014, le costará menos aprender la ciencia. Pero cada uno al final tiene que ser experto en todo.
P: ¿Y cómo os entrenáis?
R: Para estudiar como funcionan los módulos europeos, como el laboratorio Columbus o el vehículo automático de transporte ATV, lo profundizamos en la base europea de Colonia, en Alemania. También hay un módulo japonés, Kibo, que estudiamos con la agencia espacial japonesa, o el brazo robótico canadiense, que estudiamos en Canadá. Sin embargo, el 90% del entrenamiento lo llevamos a cabo en Rusia, en la Ciudad de las Estrellas, y en Estados Unidos, en Houston, los dos colosos de la astronáutica mundial.
P: ¿Cuál es la diferencia?
R: En EEUU nos entrenamos sobre la parte americana de la estación (alrededor del 50%), sus sistemas y sus componentes, la parte operativa del brazo robótico y el atraque de los cargos. El entrenamiento quizás más llamativo lo hacemos en una piscina gigante, con una reproducción en tamaño real de la estación, donde entramos con traje espacial para preparar las actividades extravehiculares. En la Ciudad de las Estrellas nos concentramos sobre la parte rusa de la estación (un tercio) y sobre todo en cómo se llega a la estación y se vuelve a tierra con la Soyuz.
«Los astronautas del futuro tendrán que ser flexibles y curiosos. Tendrán que pensar más allá de lo establecido, estar listos para hallar nuevos caminos. Y, como nosotros, tendrán que estar preparados para convivir con personas distintas, a solucionar conflictos de forma pacífica».
P: ¿Y la ciencia?
R: Los experimentos específicos para mi misión se establecerán en los próximos meses. Mientras tanto, me preparo con los que seguramente estarán. Por ejemplo, uno se llama SPRINT y servirá para estudiar qué tipo de actividades físicas pueden mejorar la recuperación de los astronautas a la vuelta a tierra. Otro se llama PRO_K e intenta establecer la mezcla óptima de proteínas y potasio para minimizar la pérdida de calcio en los huesos: un fenómeno que une a los astronautas con millones de personas mayores de la Tierra.
P: ¿Hay también un entrenamiento físico?
R: Un astronauta entrena al menos seis horas a la semana entre gimnasio, carreras y natación. Yo, que amo el deporte, llego hasta diez. Esto sirve para garantizar que de vuelta a la Tierra se puedan recuperar las prestaciones físicas perdidas en órbita a causa de la falta de peso que debilita músculos y huesos.
P: ¿Y cómo os preparáis psicológicamente?
R: Hay una serie de actividades para mejorar nuestra interacción en situaciones muy estresantes. Por ejemplo, un curso de supervivencia a altas temperaturas, completamente vestidos por debajo del traje espacial y dentro de la Soyuz en medio del mar. U otro este invierno en la nieve con temperaturas de -15 grados. En el espacio es fundamental contar con los demás, incluso en situaciones de peligro.
P: ¿Es duro el trabajo del astronauta?
R: La verdad es que, a pesar de los sacrificios y de los largos periodos viviendo por fuerza lejos de tu familia, los astronautas tenemos un objetivo claro, que es que nuestro sueño se realice. Quienes verdaderamente sufren son nuestras familias. Mi mujer, mis dos hijas pequeñas, incluso mis dos perros no me ven más del 40% del tiempo. Es solo gracias al apoyo y a la paciencia de nuestras familias que podemos llegar hasta las estrellas.
[…] por ejemplo Luca Parmitano, que pertenece a la promoción de 2009 de astronautas de la Agencia Espacial Europea, será el […]
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