En el contexto del desarrollo de una guerra civil que ha cumplido ya 6 años, esta investigación se impulsa para conocer una faceta menos estudiada de las consecuencias del conflicto sirio: la destrucción de su patrimonio cultural.
Siria, un territorio que nos remite a la época de los primeros grandes imperios, al origen de las tres grandes religiones monoteístas y al escenario de las caravanas comerciales que durante siglos mantuvieron conectados a Europa y Asia, ha desarrollado durante sus más de 16.000 años de historia un legado que trasciende lo material para integrarse como una parte imprescindible de la identidad cultural no sólo de su pueblo, sino de la humanidad. Circunstancia que ha quedado reconocida por la Unesco con la inclusión en su prestigiosa Lista de Patrimonio Mundial de 6 de sus enclaves, y con la propuesta de otros 12 desde el año 1993. En este contexto, se entiende la gravedad que está suponiendo la destrucción sistemática de este legado como resultado de la guerra y de los intereses de sus beligerantes, y es éste el marco en el que se ha desarrollado la investigación. Una investigación que ha tenido por objetivo averiguar qué se está destruyendo en Siria, y por qué. Y, en este sentido, si la destrucción de su legado cultural está respondiendo a daños colaterales de una guerra que está arrasando el país o si, por el contrario, el patrimonio se ha convertido de facto en un objetivo bélico más, en un marco cronológico que se ha situado entre el inicio de la guerra en marzo de 2011 y mayo de 2016.
En este contexto, se entiende la gravedad que está suponiendo la destrucción sistemática de este legado como resultado de la guerra y de los intereses de sus beligerantes, y es éste el marco en el que se ha desarrollado la investigación.
Estas preguntas han tenido respuesta gracias al empleo de una metodología compleja. Así, se ha utilizado una metodología general en la que las fuentes primarias, de carácter cualitativo y cuantitativo, han resultado especialmente relevantes. De entre ellas caben destacar los informes diarios, semanales y mensuales sobre el estado del patrimonio sirio llevados a cabo por organismos oficiales nacionales e internacionales (UNESCO, American Association for the Advacement of Science [AAAS], American School of Oriental Research [ASOR], Heritage for Peace, etc.), o las investigaciones académicas, elaboradas por expertos de relevancia internacional como Emma Cunliffe o Jesse Casana. Esencial ha resultado el análisis de los inventarios parciales que se han realizado hasta la fecha por la Dirección General de Antigüedades y Museos de Siria (inventario oficial), así como por la UNESCO y el investigador Anás al-Khabour, y, decisivamente, el uso de las nuevas tecnologías aplicadas al patrimonio cultural, sin las que la consecución de este estudio habría sido si no imposible, sí mucho menos detallada. Entre ellas figuran las imágenes satélite, determinantes para evaluar y cuantificar los daños, ya que su alta calidad y su continua actualización han hecho posible evidenciar los cambios en el paisaje y advertir los efectos del conflicto armado sobre el patrimonio cultural. Por otro lado, las fotografías y vídeos tomados tanto por organizaciones pro patrimonio (APSA), como por población local, militares e incluso por el Dáesh, han sido clave para corroborar la información suministrada por las imágenes satélite y para poner de relieve otro tipo de daños no visibles. La aplicación de estas fuentes multimedia se establece así como una herramienta muy útil para casos como éste, en el que la situación en el país no permite realizar estudios sobre el terreno y sí, en cambio, a miles de kilómetros de distancia.
Por otro lado, se ha utilizado una metodología específica para efectuar correctamente la evaluación y la cuantificación de los daños, siguiendo las directrices marcadas por el estudio de referencia: Satellite-based damage assessment to Cultural Heritage Sites in Syria (2014), elaborado por la Unesco, en el que se establecen los siguientes parámetros para determinar el estado de conservación de un bien que haya resultado dañado en la guerra civil siria:
Bajo el amparo de esta metodología, el estudio ha concluido con tres aportaciones principales:
En primer lugar, se ha desarrollado un inventario inédito de bienes culturales sirios dañados o destruidos por causas relacionadas con la guerra, que cifra su impacto en, como mínimo, 953 bienes culturales (v. gráfico 1). Esto supone un aumento de 195 bienes con respecto al inventario oficial, lo que determina la consecución de uno de los inventarios más actualizados hasta la fecha. También supone que en apenas el año y medio que separa la elaboración de los dos inventarios, se haya producido un aumento de en torno a un 25,7% de nuevos bienes culturales dañados. Como se desprende del gráfico 2, de la cifra total, en torno a la mitad, 476 bienes se encontrarían moderadamente dañados, mientras que hasta un 26% estaría hoy seriamente damnificado. Un 16%, es decir, 148 bienes, estarían actualmente destruidos, a lo que habría que sumar otro 8% de cuyo deterioro se sabe, pero no ha sido posible estimar su nivel de impacto. La gobernación más afectada por la guerra sería Alepo, con 308 bienes culturales afectados y con el sitio Patrimonio Mundial más damnificado, la Ciudad Vieja de Alepo, con 233 bienes dañados (v. gráfico 1). Cabe reseñar que este inventario refleja no el total del patrimonio dañado, que sólo se podrá evidenciar a la finalización de la contienda, sino el número mínimo de bienes de los que se tiene constancia que han sido afectados hasta mayo de 2016. De hecho, la contemporaneidad del conflicto ha hecho que en los meses que han separado la finalización de este estudio con su presentación hoy se hayan reportado nuevos e importantes daños al patrimonio sirio, destacando la completa destrucción del tetrapilón de Palmira y el daño severo al magnífico teatro de esta antigua ciudad grecorromana.
Se ha desarrollado un inventario inédito de bienes culturales sirios dañados o destruidos por causas relacionadas con la guerra, que cifra su impacto en, como mínimo, 953 bienes culturales
La segunda aportación de este estudio ha sido la elaboración de una nueva clasificación de las causas bélicas que han originado damnificaciones en este patrimonio y que, a diferencia de las anteriores, se ha basado en el factor de la intencionalidad. Así, esta destrucción estaría respondiendo en la actualidad a dos tipos de causas:
- El patrimonio se convierte en un daño colateral más de la guerra cuando es afectado por actividades inherentes al desarrollo de un conflicto armado, como las acciones militares, la ocupación con fines castrenses o habitacionales —este último realizado por población civil desplazada—, los saqueos y las excavaciones ilegales, y también como resultado de la falta de mantenimiento de conjuntos que pueden remontarse hasta el V milenio a.C.
- Pero el patrimonio también se establece como un objetivo bélico, empleado unas veces para mostrar la superioridad frente al enemigo, y otras para alcanzar distintos fines, siendo utilizado como un rehén con intenciones propagandísticas y económicas, para imponer una determinada ideología y como parte de la limpieza cultural, siendo su destrucción, entonces, intencionada.
Finalmente, de los datos contenidos en el inventario, y los facilitados por estudios anteriores, también se puede concluir que (v. gráfico 3):
- Los saqueos y las excavaciones ilegales se sitúan como los mayores causantes de destrucción,
- Seguido de los combates y otras acciones militares,
- Mientras que la destrucción intencionada, efectuada por grupos extremistas como el Dáesh o al-Nusra, se situaría en cuarto lugar.
Así, la destrucción de patrimonio cultural en Siria se estaría articulando como un daño colateral de una guerra que está acabando con el país, su gente y su patrimonio.
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