La Antártida te demuestra que los desiertos no siempre son calurosos y arenosos, y que hay diferentes intensidades del blanco más allá del blanco muy, pero que muy intenso. También la Antártida hace añorar a cualquiera la calidez del claustro materno, pues la Antártida, con su gélido frío, su oscuridad y su escasez de nutrientes, es cualquier cosa menos acogedora para la vida. Sin embargo, cada vez son más los sorprendentes hallazgos que contradicen esta intuición: la vida, como una hiedra desaforada, se cuela por todos los intersticios del mundo, incluso por los más desapacibles.
El último de estos hallazgos se ha producido a unos tres kilómetros de profundidad, bajo el hielo, en el lago subterráneo Vostok, un gigantesco lago que mide 150 kilómetros de largo por 50 de ancho que está completamente aislado no solo del exterior, sino también del resto de lagos subglaciales. Esta reserva de agua ha permanecido aislada de la atmósfera de la Tierra durante 15 millones de años, y una capa de hielo de 4 kilómetros de grosor bloquea totalmente la luz del sol y crea una gran presión sobre el líquido, que además se encuentra a -89.2ºC (la temperatura más baja registrada en la Tierra).
Localización del lago Vostok en la Antartida. Foto: NASA-GISS.
Sin embargo, a pesar de todas estas hostilidades para la vida, después de realizar pruebas de ADN y ARN en una muestra del agua del Vostok se han encontrado más de 3.500 formas de vida microscópica, entre las que predominan las bacterias, según señala un equipo internacional de científicos en un trabajo publicado por la revista PLOS ONE. Hoy en día, en vez de buscar restos de microorganismos, los oceanógrafos que cuentan con medios más avanzados prefieren buscar secuencias de ADN, que resultan infinitamente más fáciles de detectar que los especímenes.
El lagoVostok (150 kilómetros de largo por 50 de ancho) ha permanecido completamente aislado del exterior durante 15 millones de años bajo una capa de hielo de 4 kilómetros de grosor y una temperatura de -89.2ºC (la temperatura más baja registrada en la Tierra).
Es decir, que lo encontrado realmente en el Vostok no son especies viviendo, sino que, tras cultivar y secuenciar los ácidos nucleicos presentes en el agua, se han detectado miles de criaturas. Según Scott Rogers, genetista de la Universidad Estatal Bowling Green (Ohio, EE.UU.) y autor principal del trabajo, todas estas formas de vida no parecen ser muy diferentes a las que se encontrarían en un lago, es decir, que no parecen haber evolucionado para adaptarse a las condiciones ambientales del Vostok.
Una explicación para ello puede residir en el hecho de que tales organismos quedaron en el Vostok como un “legado” de la Antártida cuando esta tenía un clima templado hace 35 millones de años, lo cual sugiere que en Vostok la vida podría no ser tan alienígena como algunos han llegado a especular.
Los límites de lo que es habitable y lo que no están cambiando. Se ha encontrado una complejidad mucho mayor de lo que nadie había pensado y demuestra la tenacidad de la vida, y cómo los organismos pueden sobrevivir en lugares donde hace un par de docenas de años, se pensaba que no podrían sobrevivir.Lo que queda por confirmarse, pues, es si, además del ADN, en las aguas del Vostok aún quedan criaturas vivas. Un indicio que, visto lo visto, no parece tan remoto como se creía hace apenas una década.
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