VICENT J. MARTÍNEZ -A lo largo de la historia se han aportado muchas hipótesis astronómicas para tratar de explicar qué fue aquella estrella (aunque quizá, la intención del evangelista fuera solo realzar simbólicamente el acontecimiento). En el fresco de Giotto “La adoración de los Reyes Magos”, el pintor representa la estrella como un cometa. De hecho, Giotto pudo observar el cometa Halley en 1301. Este cometa, con un periodo de 76 años, también fue observado por los chinos el año 12 a. C., por tanto, no pudo tratarse de la estrella que menciona San Mateo. Al parecer, la Natividad tuvo lugar realmente en la primavera del año 5 a. C., si se corrigen los errores de Dionisio el Exiguo en el establecimiento del calendario cristiano realizado el año 525. Este calendario fue establecido a partir de los periodos de reinado de los emperadores romanos, pero Dionisio no consideró que César Augusto utilizó el nombre de Octavio durante cuatro años de su mandato. Tampoco consideró el año cero. Probablemente, la fecha actual sea una adaptación cristiana de fiestas celtas y romanas relacionadas con el solsticio de invierno, el día más corto del año, Sol Invictus. Respecto a la estrella, el astrónomo británico Mark Kidger apunta una hipótesis que resulta interesante
Los astrónomos chinos y coreanos hablan de la aparición de una nova brillante en la constelación del Águila en febrero del año 5 a. C. Una nova es una estrella cuyo brillo aumenta espectacularmente en muy pocos días. Sería visible durante dos o tres meses. Además, esta nova, antes del amanecer y al inicio de la primavera, estaría en el lugar adecuado del cielo para indicar la dirección a Belén desde Jerusalén.
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En un artículo que he leído recientemente, se propone otra hipótesis: la conjunción de tres planetas (vistos desde la Tierra), que crearía de esta forma un punto más brillante al ojo humano. En este artículo (http://www.ilsussidiario.net/News/Scienze/2011/1/6/ASTRONOMIA-Un-meeting-planetario-ha-tracciato-il-percorso-dei-Magi-verso-Betlemme/139238/, en italiano) ya Kepler había avanzado esta hipótesis, a raíz de un comentario rabínico a la Biblia que hablaba de una conjunción entre Júpiter y Saturno correspondiente a la venida del Mesías. En el 7 a.C. por lo visto hubo tres de estas conjunciones. Por lo tanto, podría ser el aparecerse una tras otra de estas tres conjunciones lo que guiaría el viaje de los Reyes Magos y en correspondencia de la última podría situarse el hecho del que habla Mateo: «la estrella se paró en el lugar donde se encontraba el Niño». En efecto,en ese día los dos planetas eran estacionarios, para posteriormente invertir su moto y separarse.
Interesante, ¿no?
Hola Paula. Gracias por la aportación 🙂