El pasado mes de marzo de 2012 tuve el privilegio de capitanear una expedición a una de las regiones más apartadas, inhóspitas y desconocidas del desierto egipcio: Gilf Kebir y Gebel Uweinat. El objetivo de esta expedición no era otro que tener una primera toma de contacto y reconocer el terreno para, tan pronto como se halle la financiación adecuada, poder organizar allí una serie de misiones sistemáticas de exploración arqueológica.
Con el deseo de transmitir lo que hemos visto y vivido en este viaje, iniciamos aquí la primera entrega del diario resumido de la expedición.
Nuestro viaje, proyectado originalmente por el Dr. Josep Cervelló, comienza en El Cairo. Los once expedicionarios son catalanes, en su mayor parte, y valencianos. Pero a este grupo hay que añadir cuatro conductores, un cocinero y dos intendentes egipcios, a los que más tarde se añadirán un oficial del ejército egipcio y siete policías, completando así una expedición integrada por seis coches 4×4 y 26 personas.
Partimos de El Cairo, cargados de víveres, gasolina, agua, tiendas y todo lo que íbamos a necesitar durante las dos semanas que permaneceríamos sin cobertura y sin más techo que el cielo estrellado. El primer día, tomamos la carretera del desierto que une El Cairo con el oasis de Bahariya, y tras unos 230 km. abandonamos ésta para introducirnos en el desierto occidental o líbico. Al principio el terreno no ofrece dificultades, pues es duro. Aquí se encuentran formaciones del eoceno con fósiles marinos de cerca de 40 millones de años de antigüedad. Sin embargo, la situación cambia al llegar a las dunas de Abu Muharrik, donde los coches, cargados de peso, se hunden continuamente. Estas dunas constituyen una cadena que se extiende de NNO a SSE a lo largo de más de 350 km.
En el segundo día de marcha, nos dirigimos hacia la cueva de Djara, visitada en 1873 por el explorador alemán Gerhard Rohlfs, autor de la obra Drei Monate in der libyschen Wüste. Fue redescubierta en 1989 por Carlo Bergmann, que fue el primero en percatarse de que ésta contiene grabados parietales que muestran principalmente avestruces, orix de cuernos de cimitarra, gacelas dorcas y dama, antílopes addax, y humanos; fauna que nos sitúa en una época donde el paisaje era completamente distinto al actual, mucho más húmedo. Se sabe que Djara fue visitada por grupos humanos neolíticos desde 5700 a.C, siendo abandonada la zona hacia 2500 a.C. cuando la aridez actual se implantó en dicho territorio.
Tras Djara, cruzamos la antigua ruta caravanera de Darb Asyut, que unía el Valle del Nilo con el oasis de Farafra, unos 300 km. que se recorrían en siete u ocho días de marcha en dromedario.
Antes de montar nuestro segundo campamento en Aqabat, pasamos por un lugar de curiosa geología. Durante varios kilómetros vemos una alfombra de grandes piedras oscuras y redondeadas. El desierto no es monótono, constantemente nos depara sorpresas.
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Estimado José: Gracias por dejarnos acompañarte en tu viaje a Aqabat. Esperaré con gran interés el relato y las fotos de las siguientes etapas de esta maravillosa expedición. Me alegraría mucho que se consiguiera el suficiente apoyo financiero para realizar excavaciones arqueológicas en esta zona que, me imagino, fue un mar ya seco.Saludos desde México. Jorge Avendaño-Inestrillas.
Gracias por compartir esas bellezas, la cueva y el rio de piedras redondeadas me encantaron
Ojala que puedan pronto hacer otra expedición por esos lugares