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Historia del Observatorio Astronómico


CONEC: Podríamos decir que la Universidad de Valencia tuvo relación con la astronomía casi desde el principio. Remontándonos a los años inmediatamente posteriores a la fundación en 1501 de la Universidad de Valencia, encontramos la figura de Jeroni Muñoz (cuyo nombre en la actualidad bautiza el edificio de investigación del campus de Burjassot). Jeroni era catedrático de astronomía, matemáticas y hebreo en nuestra Universidad, y en 1572 realizó una serie de observaciones de una “stella nova”, una nueva estrella, que había aparecido en la constelación de Cassiopea y sobre la cual escribió un tratado por encargo del rey Felipe II.  Su título: “Libro del Nuevo Cometa y del lugar donde se encuentra y como se verá por su paralaje, cuán alejado está de la Tierra”. Muñoz era consciente de que esta nueva estrella podía ser usada como una evidencia observacional contra el concepto Aristotélico de inmutabilidad del Cosmos, lo que le ocasionó problemas con las autoridades políticas y eclesiásticas de su tiempo.

Hoy día sabemos que se trataba de una supernova tipo I, conocida en la actualidad por el nombre de “Supernova de Tycho” por el famoso astrónomo Tycho Brahe quien también la estudió en profundidad. Precisamente Tycho Brahe sabía del trabajo de Muñoz y en un libro que publicó en el que hablaba sobre los estudios de otros astrónomos con la “stella nova” dedicó un capítulo al trabajo de Muñoz.

No obstante, las observaciones de Jeroni no fueron realizadas desde ningún observatorio que perteneciera a la Universidad, ya que ésta no contaba por aquel entonces con semejantes instalaciones.

La reforma del rector Blasco

El primer intento para subsanar esta deficiencia se llevó a cabo en el siglo XVIII y se debió a Vicent Blasco García, a la sazón rector de la Universidad. Su llegada supuso un impulso renovador y su gestión fue un claro exponente del planteamiento ilustrado. Autor en 1786 de un plan de estudio que pretendía reformar la Universidad, fue nombrado rector vitalicio en 1790 para que pudiera llevar a cabo sus reformas hasta su muerte (ocurrida en 1813). Puso gran interés en la mejora de las instalaciones de la Universidad, promocionando la construcción de la biblioteca de la calle la Nave, del jardín botánico, y en 1790 encargó la construcción de un observatorio astronómico, que, con dificultades, se llevó a cabo lentamente durante los años sucesivos.

Por desgracia, todo cuanto Blasco había logrado para la Universidad de Valencia fue asolado en la lucha contra las tropas francesas. En 1812 Valencia fue duramente bombardeada durante la invasión napoleónica y las dependencias de la Universidad sufrieron terribles daños. Ardió la biblioteca y buena parte del edificio fue destruido. El Observatorio Astronómico, así como el laboratorio de Química, los Gabinetes de Física y de Anatomía y el Jardín Botánico siguieron el mismo camino. Al acabar la guerra de la Independencia, la Universidad estaba arruinada económicamente, sus instalaciones destrozadas y sus científicos dispersados por la guerra. La llegada del nuevo gobierno de Fernando VII en nada ayudó a que ésta se recuperara.

La fundación

Aquel antiguo observatorio del rector Vicent Blasco probablemente constituya el embrión a partir del cual surgió el actual Observatorio universitario. Pero la restauración de la tradición astronómica de nuestra Universidad se debe a don Ignacio Tarazona y Blanc, catedrático de cosmografía y física del Globo, que en 1909 fundó el Observatorio de la Universidad tras un siglo de sequía astronómica.

Don Ignacio Tarazona se había doctorado en ciencias exactas por la Universidad de Valencia y sentía una enorme pasión por la astronomía, por su investigación y por su divulgación. En 1898 obtuvo la cátedra de cosmografía y física del Globo de la Universidad de Barcelona. Su interés por la investigación astronómica le llevó, una vez allí, a promover la fundación del observatorio astronómico de aquella Universidad. En 1906 regresó a tierras valencianas para tomar nuevamente posesión de una cátedra de cosmografía y física del Globo, esta vez en la Universidad de Valencia. De nuevo, su pasión lo llevó a fundar el Observatorio Astronómico de nuestra universidad, encargándose tanto de la consecución de fondos como de su provisión y equipamiento. Para Tarazona constituía “un deber crear estos observatorios, a fin de relacionarse con el progreso de la enseñanza experimental”. El centro fue provisto de una excelente dotación instrumental, siendo la estrella del observatorio un excelente telescopio refractor de la prestigiosa casa Grubb, de 156 mm de abertura, ecuatorial, equipado con cámaras fotográficas, un espectroscopio de protuberancias, etc. También se disponía de otro telescopio Zeiss de 110 mm, ecuatorial, y de otros instrumentos como un círculo meridiano Mailhat, un teodolito para medición de ángulos que aún se conservan, etc.

Aunque inicialmente el Observatorio se instaló en una terraza de la Facultad de Ciencias, pronto pasó a estar instalado en el edificio histórico de la Universidad de Valencia, en la calle la Nave. Estaba situado en su terraza, en la esquina sudoeste del edificio. Allí, en 1910 se añadió al observatorio una cúpula giratoria de estructura de hierro y recubierta de cartón pintado, diseñada por el propio Tarazona.

Tarazona estableció un activo intercambio de información y trabajos con una amplia red de observatorios e instituciones científicas españolas y extranjeras. Diseñó las tareas a llevar a cabo en el observatorio, entre otras la fotografía diaria del Sol, para estudiar las manchas solares. Llevó a cabo, además, una serie de tareas de índole docente y divulgadora, de gran interés. Debido a ello, el Observatorio tuvo, además de una actividad académica, una importante trascendencia pública (siendo declarado de Utilidad Pública en 1919). Durante aquella época, la afición astronómica en el resto España no fue excesivamente importante. Sin embargo, en Valencia hubo en aquellos tiempos un interés por la astronomía superior al del resto de las capitales, a excepción de Barcelona. Este interés se debió, con toda seguridad, a la labor de Tarazona.

Don Ignacio Tarazona dedicó todo su trabajo y esfuerzos a la Universidad. Murió en 1924. En su testamento instituyó una junta, presidida por el rector, destinada a premios y ayudas para los estudiantes y a subvencionar el Observatorio. Su muerte le salvó de una amarga noticia, pues desdichadamente, la historia parecía condenada a repetirse: la noche del 12 de mayo de 1932 se produjo un terrible incendio en el edificio de la Universidad, iniciado en el laboratorio de química, que dañó gravemente el edificio y destruyó el Observatorio, cuya cúpula de cartón piedra, en un final muy valenciano, ardió por completo. La mayor parte de los instrumentos del observatorio, exceptuando el telescopio Grubb y algunos otros, se arruinaron por completo.

El pasado reciente

A la destrucción siguió una larga etapa de inactividad, ya que tres años después comenzaba la Guerra Civil que paralizó el país. Pero el Observatorio renació en 1946, año en que fue trasladado al edificio del Paseo al Mar (hoy Avenida Blasco Ibáñez), la actual sede del rectorado, un edificio construido entre los años 1935 y 1944 por el arquitecto Mariano Peset Aleixandre, que ya es emblemático para la Universidad de Valencia y que forma parte de nuestro paisaje urbano. El edificio se halla coronado por la cúpula original de la Calle la Nave (con una nueva cubierta de hierro), que continua protegiendo al telescopio ecuatorial Grubb, que sobrevivió al incendio de 1932 y que fue reinstalado en aquel edificio.

Tras la muerte de Tarazona había recogido el testigo el doctor Vicente Martí Ortells, fiel continuador de la obra iniciada por su maestro. Sin embargo, tras su retiro y a pesar del interés desplegado por diversas personas que trabajaron sucesivamente en el Observatorio (los doctores Mariano Aguilar, Vicente Albero, José Martínez Carrillo, entre otros), la actividad en el mismo fue decayendo hasta prácticamente extinguirse hacia mediados de los 60, con el consiguiente deterioro de instalaciones y material.

En 1968 pasó a hacerse cargo del Observatorio el profesor Álvaro López. En aquellos momentos las instalaciones se encontraban en una condiciones lamentables. El profesor López comenzó a trabajar en la ordenación del material bibliográfico y la puesta a punto del instrumental y de las instalaciones, logrando mediante su dedicación, esfuerzo y tenacidad recuperar el Observatorio como centro de investigación y divulgación de la astronomía.

Además, durante el periodo de su dirección, se dedicó a promover la creación de nuevas estaciones de observación. Debido a la contaminación luminosa producida por la actual ciudad de Valencia que dificulta enormemente la observación, resultaba necesario buscar un nuevo emplazamiento de trabajo. Se probaron varias alternativas en el interior de la provincia de Valencia: Requena, Villargordo del Cabriel y Venta del Moro, pero problemas presupuestarios impidieron la concreción del proyecto. Finalmente, en 1995, el profesor Álvaro propuso a la asociación astronómica amateur AVA (Asociación Valenciana de Astronomía) la creación de un centro conjunto entre ambas instituciones. Así se llegó a un acuerdo de colaboración con AVA que se materializó en la firma en 1996 de un convenio para la construcción de las instalaciones y la explotación conjunta de varios telescopios propiedad de la Universidad. Nacía el CAAT, el Centro Astronómico del Alto Turia, que supuso el inicio de la relación de la Universidad de Valencia con la localidad de Aras de los Olmos. La duración del convenio de colaboración entre ambas entidades fue de diez años. Tras este periodo, ambas entidades separaban sus destinos.

La Etapa Actual

En 2000 comenzaba una nueva época, pues el equipo rectoral decide impulsar el desarrollo del Observatorio Astronómico a fin de convertirlo en un centro moderno de investigación en todo el rango del espectro electromagnético.
En esta nueva etapa, para adaptarse a los retos que hoy día presenta la observación astronómica, y una vez finalizado el convenio de colaboración con AVA, en 2006 el Observatorio Astronómico adquirió nuevos terrenos en Aras de los Olmos, donde construyó un observatorio astronómico dedicado a la observación profesional, con tecnología de última generación. Se trata del Observatorio de Aras de los Olmos, OAO, el complejo astronómico más importante de la Comunitat Valenciana. En estas instalaciones está emplazado el telescopio TROBAR, un reflector robotizado de 60 cm de apertura, accesible remotamente, así como un telescopio complementario de 40 cm. Además del trabajo realizado en las propias instalaciones, el Observatorio participa en proyectos de investigación colectivos basados en grandes instalaciones, con colaboraciones con los Institutos Astrofísicos de Andalucía y de Canarias y, recientemente, con ACTUEL, el futuro centro astronómico de Javalambre, Teruel.

El Observatorio, además de su vertiente investigadora, ha impulsado mucho su vertiente divulgativa. De hecho, la divulgación es una de las actividades más cuidadas del Observatorio. El interés que despierta la astronomía es muy elevado, y una concepción moderna del Observatorio ha de permitir acercar las maravillas del cielo a los ciudadanos.