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De neutrinos y fútbol

J. J. GÓMEZ CADENAS – Escribo esta entrada desde la sala de control del experimento T2K, en el laboratorio J-PARC, sito en Tokai, no lejos de la tristemente famosa Fukushima. Durante el resto de la semana y parte de la que viene, es mi obligación cuidar del detector durante el turno de noche, lo que en el argot del campo se denominan shifts, esto es, turnos o guardias.

El turno de la mañana empieza a las 7 a. m. y se prolonga hasta las 3 p. m. Es el momento más activo en la sala de control, con expertos que entran y salen a todas horas, reuniones en las que se discute el plan del día para el experimento y mensajes por megafonía —en japonés—, contando a quien lo entienda el estatus del haz de neutrinos. El segundo turno empieza a las 3 p. m. y acaba a las 11 p. m. La sala de control empieza a calmarse hacia las cinco de la tarde y, cuando llega el tercer turno, de las 11 p. m. a las 7 a. m., se queda vacía excepto por las tres personas de guardia.

Grupo de colaboradores del experimento T2K

Por eso me gustan los turnos de noche. Aunque hay excepciones, noches en las que el detector se pone bravo o el haz de neutrinos da guerra, la norma es que sean tranquilos. El trabajo es pausado, metódico, agradable. Cada hora dedicamos unos veinte minutos a controlar que los diferentes sistemas funcionan correctamente y otros diez a escribir la correspondiente bitácora. La segunda media hora no hay gran cosa que hacer. Tampoco es posible ponerse a trabajar en un problema que requiera demasiada atención, ya que no se pueden perder de vista por demasiado tiempo los monitores que indican que todo va bien. Así que uno mata el tiempo con sus vicios. Escribir, por ejemplo.

Hoy es un día especial, hemos tenido tres terremotos, uno de ellos bastante fuerte. Asustan un poco, si no se está acostumbrado. Hace poco más de un año que el terremoto detuvo el experimento, impidiéndonos tomar datos hasta hace pocas semanas y dando tiempo a que otro experimento, Daya Bay, en China, midiera la oscilación subdominante que T2K hubiera debido observar hace al menos seis meses. Pero Gaia tenía otros planes, desgraciadamente.

La historieta la explica El País:

«El hallazgo tiene todos los ingredientes de las grandes historias de la ciencia, con dura competición internacional entre grupos nutridos de físicos para hacerse con el trofeo del descubrimiento, sorpresa con el equipo que se hace con la primicia y alguna dosis de drama, ya que el terremoto y el tsunami que asolaron una extensa región de Japón hace ahora un año inutilizaron el laboratorio japonés que estaba en la carrera y que era uno de los fuertes competidores.»

Lo que dice es cierto, como también es cierto que:

«Además, el éxito se lo ha apuntado el experimento de Daya Bay, en China”, lo que significa, como ha señalado Science, que la potencia asiática “ya ha llegado a la física de partículas”, sin olvidar la importante participación de especialistas de varias instituciones estadounidenses.»

Pero la lectura del texto me deja inquieto, insatisfecho, sin saber por qué. Luego me tropiezo con este párrafo:

“En Double Chooz tenemos dos reactores, un detector instalado y otro planificado”, explica… (un) miembro del experimento francés. “Nosotros obtenemos resultados más limpios que los de Daya Bay”.

Interesantes esas declaraciones asegurando que “Nosotros obtenemos resultados más limpios que los de Daya Bay”. Y yo me digo: si ese es el caso, ¿cómo es posible que Double Chooz no haya publicado un resultado concluyente antes que Daya Bay? La frase huele a declaración futbolística: “aunque nos hayan ganado el partido, nuestro juego es más elegante”, y refleja la (comprensible) frustración de los físicos de Double Chooz, una colaboración pionera en este tipo de experimentos viendo como unos recién llegados les escamotean la copa de liga.

La misma frustración que mucha gente experimenta en T2K. “¡Si no hubiera sido por el terremoto!” .
Y de nuevo se me viene a la cabeza la metáfora futbolística y no puedo evitar imaginarme a los físicos de Double Choz —muy amanerados y relamidos, como corresponde al cliché francés— vestidos con camisetas blancas del Real Madrid; a los físicos de T2K, todos ellos japoneses delgaditos y con cara de samurai, luciendo los colores del Barça, y a los chinos de Daya Bay, disfrazados de Rayo Vallecano, llevándose la recopa.

Y en esto caigo en la cuenta de una de las cosas que me molesta de la lectura del artículo. Proyecta la sensación de que T2K es un experimento japonés; Double Chooz, un experimento francés, y Daya Bay, un experimento chino. Y no es verdad; por la misma razón que NEXT, el experimento que dirijo en Canfranc, no es un experimento español.

Me explico. NEXT está situado en España, que además contribuye de manera muy importante a su financiación. Lo mismo puede decirse de Double Chooz, en Francia; Daya Bay, en China, y T2K, en Japón.

Los cuatro experimentos, como todos los experimentos actuales de física de neutrinos, y en general de física nuclear y de partículas, son experimentos internacionales.

En NEXT colaboran varios grupos de USA, incluyendo Berkeley, Tejas y Iowa, un grupo colombiano, otro francés, dos portugueses y uno ruso. En T2K, además de japoneses, hay colaboradores de USA y de media docena de nacionalidades en Europa, incluyendo un contingente español, amén de coreanos y rusos. Lo mismo ocurre en Double Chooz y en Daya Bay. Y esa es una de las mejores cosas que puede decirse de este oficio. Que implica, promueve y amplía la colaboración internacional.

Nuestros experimentos son torres de Babel, en los que se habla media docena de idiomas, se viaja de la Ceca a la Meca, se colabora con gente de culturas muy diferentes y a menudo se participa en más de una empresa. El que suscribe ha trabajado en experimentos de neutrinos en el CERN, en USA, en Japón y en España, y ahora mismo, aunque NEXT se lleva casi todo mi tiempo, aún me las compongo para servir mis guardias en T2K.

Mi caso no es una excepción, sino la norma en el gremio. Que Daya Bay haya conseguido un éxito científico de primera clase es un gran éxito para la ciencia china, pero sobre todo es un gran éxito para la ciencia y, a riesgo de ponerme estupendo, es un éxito para la humanidad. No hay nacionalidades buscando oscilaciones de neutrinos; somos capaces de trabajar todos juntos. Si esta misma actitud funcionara en otros campos, nos iría mejor a todos.

Instalaciones de Daya Bay, China.

En ese sentido, incluso los fracasos son relativos. Por un lado, es verdad que Daya Bay le ha escamoteado un resultado muy importante a T2K y a Double Chooz, pero también lo es que, dentro de un año aproximadamente, estaremos combinando los resultados de todos ellos para obtener un resultado más preciso y definitivo.

¿Y qué resultado es ese? Según el artículo de El País:

“Para entender el experimento de Daya Bay, hay que entrar un poco en el extraño y fascinante mundo de la mecánica cuántica, donde las cosas, casi siempre, distan mucho de ser lo que parecen. En este caso, se trata de medir un ingrediente de esas partículas elementales, los neutrinos, que se dan en tres tipos o sabores, como dicen los físicos. Ese ingrediente es determinante en la peculiar propiedad que tienen los neutrinos de transformarse los de un tipo en otro cuando recorren una distancia.”

No dice nada incorrecto; es más, incluye otros párrafos en los que dos de las más destacadas físicas teóricas del país se esfuerzan por ilustrarnos. Y, sin embargo, dudo mucho de que el avispado lector entienda gran cosa. Parte del problema es que no se pueden explicar las oscilaciones de neutrinos en un breve artículo, sobre todo si uno gasta la mitad del espacio en contar las batallitas de los físicos, que carecen de importancia. Precisamente por eso, porque el artículo no alcanza a explicar la física, no refleja, ni de lejos, la belleza de la medida ni la belleza de sus implicaciones.

Y al final se me viene a la cabeza que los artículos de los periódicos cada vez se parecen más, cada vez cuesta más distinguir si se habla de literatura, o de ciencia, o de política, o de fútbol.

Es curioso comparar el espacio que la prensa dedica al resultado de Daya Bay, y aún más importante a explicar a la gente lo que son las oscilaciones de neutrinos y la importancia que tienen. Más o menos lo que el Marca dedica a cubrir el partido del Getafe contra el Tenerife, imagino.

El único resultado de los últimos tiempos que ha merecido cierta atención ha sido el de los neutrinos superlumínicos, mucho más especulativo, posiblemente al final agua de borrajas. Supongo que la razón es que, incluso cuando se habla de neutrinos, cuanto más escándalo, mejor. OPERA, mucho me temo, va a pasar a la historia como la folclórica de los experimentos de neutrinos.

Y es una pena. Porque, si algo tiene la ciencia, y en particular estos curiosos unicornios de las partículas elementales, es que es bella. Capturar esa belleza —capturar toda belleza— requiere un poco de tiempo y cierta paz de espíritu. Un jardín japonés se presta más a hablar de oscilaciones de neutrinos que un estadio.

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