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Dolors Corella: «Las dietas ricas en grasa disparan los genes de la obesidad»

Dolors Corella

MARIA JOSEP PICÓ – Dolors Corella es experta en el estudio de los efectos de la dieta mediterránea en la obesidad y también ha demostrado la relación de factores genéticos y la alimentación en el sobrepeso en varias poblaciones de diferentes países. En 1991 inició su tesis doctoral con una beca de la Generalitat Valenciana y se centró en el estudio del efecto de los componentes de la dieta en las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Posteriormente, ha incorporado a su línea de investigación el estudio de los factores genéticos que pueden modular la asociación entre alimentación y las enfermedades crónicas. Así, en 1998 creó la primera unidad de investigación sobre Epidemiología Genética y Molecular en España y sus investigaciones han sido pioneras en la línea de la genómica nutricional de las enfermedades cardiovasculares y de la obesidad. Dolors Corella es actualmente catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública en el Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, Ciencias de la Alimentación, Toxicología y Medicina Legal de la Universitat de València.

 

 

 

 

Pregunta: ¿La hamburguesa es incompatible con la dieta mediterránea?
Respuesta: Sí, por varias razones, desde su composición a su concepto, en el caso de la hamburguesa comercial. Está hecha de carne roja, un ingrediente muy ocasional en la dieta mediterránea (menos de una vez a la semana), que casi es vegetariana e integra en mayor medida carnes blancas como el pollo o el conejo. Tiene un gran contenido de grasas saturadas, las peores, porque generan enfermedades cardiovasculares, aterosclerosis (obstrucción de las arterias), etc. Además, suele ir acompañada de un pan poco sano, cargado de grasas, azúcares y conservantes para que resulte más esponjoso, además de salsas muy calóricas. Por otro lado, los ingredientes más saludables como el tomate o la lechuga son mínimos. Una alternativa sería ir a la carnicería, elegir la carne y que nos la trituren para hacer nosotros las hamburguesas con carne magra, mezclando también carne blanca, añadiendo pan de pueblo tradicional, tomate y lechuga generosamente, y por qué no, un poco de aceite de aceituna virgen extra, que resulta muy cardiosaludable.

P: ¿Y el concepto que apuntaba?
R: La hamburguesa es el icono actual de la comida rápida, completamente contraria a todo lo vinculado con la dieta mediterránea, que implica no solo comer, sino gozar de los sabores, de la conversación, de reposar para comer.

 

P: ¿Con qué tópico de la dieta mediterránea habría que acabar?
R:
El término dieta lleva a error porque no sólo tiene que ver con la comida, sino que es un estilo de vida, activo, con muchas relaciones sociales, a diferencia de los países europeos más fríos. Y más que acabar con tópicos habría que reivindicar alimentos como las legumbres. Deberíamos comer legumbres, como mínimo, tres veces a la semana, pero hace unos años se asociaron incorrectamente con una comida de pobres, porque no son caras, aunque constituyen una fuente de proteínas muy buena, frente al consumo de carne, con más derivados oxidados que se vinculan con diversas dolencias como el cáncer de riñón, entre otros. Una dieta integrada rica en verdura, fruta, legumbres, pan, pescado, carnes blancas, frutos secos, aceite de oliva virgen, etc., sirve para prevenir enfermedades como las cardiovasculares, las demencias, algunos cánceres, diabetes, etc. Y, desgraciadamente, estamos perdiendo esta cultura.

 

Dolors Corella

P: ¿La intolerancia a la leche, tiene factores genéticos?
Sí, de hecho, en el ámbito mediterráneo se ha demostrado que somos más intolerantes a la lactosa (azúcar que tiene la leche) que en otras partes de Europa; por este motivo, aquí y en los países del sur del continente, son más habituales derivados de la leche como el queso y el yogur. En condiciones normales, tenemos una enzima llamada lactasa que digiere la lactosa de la leche y metaboliza sin problemas. No obstante, en algunas personas hay una alteración genética en el gen de la lactasa que hace que esta enzima pierda su actividad en edad adulta. De esta forma, no poder digerir la lactasa de la leche, su consumo produce varios síntomas gastrointestinales (distensión abdominal, flatulencia, diarrea, cólicos abdominales, etc.), la gravedad depende del nivel de deficiencia de lactasa. Esta mutación es muy frecuente en nuestro ámbito o en el continente asiático, a diferencia del norte de Europa o los Estados Unidos de América.

 

P: Comer calorías es más barato que comer sano…
La obesidad está afectando cada vez más a los grupos de población que, en las sociedades ricas como la nuestra, disponen de menos ingresos económicos. En los países en desarrollo también está aumentando la obesidad, porque, efectivamente, los alimentos con grasas malas son mucho más baratos y acaban siendo más sencillos que los más sanos.

 

P: ¿Cómo influyen los genes en la obesidad? Porque en épocas de hambre no hay obesos.
Nuestro genoma humano se construyó en la etapa preagrícola; es decir, está determinado por situaciones en las que, para comer, se tenía que cazar y no siempre había disponibilidad. En consecuencia, nuestro genoma es muy ahorrador y se caracteriza por almacenar calorías en forma de energía y grasa. Ahorramos y acumulamos porque después pueden venir períodos de escasez. En épocas de carencia de comida, como no hay exceso de alimentos para almacenar, no se notan las diferencias entre las personas que genéticamente son más propensas a ahorrar energía (aquellas que tienen mutaciones en lo que llamamos genes de la obesidad) y las que no tienen el genoma tan ahorrador. En cambio, en épocas de exceso de ingesta de alimentos, sí que se magnifican las diferencias en cuanto a peso y grasa corporal entre los que tienen mutaciones en los genes de obesidad y los que no. Comiendo lo mismo, unas personas son más obesas que otras.

 

P: De 2003 a 2011 ha participado en el proyecto español PREDIMED. ¿En qué ha consistido?
«Prevención con Dieta Mediterránea» (PREDIMED)
se ha convertido en el estudio sobre nutrición con más envergadura a nivel mundial sobre los efectos de la dieta mediterránea en la prevención primaria de las enfermedades cardiovasculares, ya que han participado 7.500 personas durante siete años, un millar del territorio valenciano. Próximamente tendremos disponibles los resultados del efecto de la dieta mediterránea en la obesidad.

P: Su equipo de investigación ha demostrado que la obesidad depende de la interacción entre alimentación y susceptibilidad genética. ¿Cuáles son sus últimos resultados conseguidos?
Desde hace algunos años hemos publicado varios artículos en los que hemos demostrado que algunos genes, como el APOA2, el APOA5, etc., se asocian de manera diferente al riesgo de obesidad, según la composición de la dieta, de manera fundamental, en relación con la ingesta de grasa saturada. También hemos comprobado, recientemente, que el gen denominado FTO –que actualmente es el gen que más se ha asociado con la obesidad en cientos de estudios– potencia sus efectos cuando el consumo de grasa en la dieta es alto a igual contenido calórico total, como acabamos de publicar en Journal of Nutrition.  Hicimos un estudio en población del estudio GOLDN de EEUU, un grupo estándar, y una población de Puerto Rico en Boston, y concluimos  que mutaciones en el gen FTO no se asocian siempre con obesidad, sino solo cuando la dieta es alta en grasas saturadas. Hay personas portadoras, pero, si no ingieren una gran cantidad de grasas saturadas, no se dispara la obesidad.

 

P: También pertenece al Centro de Investigación en Red (Ciber) de Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición. ¿Cuál es su principal línea de trabajo?
Investigamos todas las interacciones entre nutrición, deportes, factores ambientales (es decir, todo aquello no genético, como la contaminación atmosférica, acústica, el estrés…) y la susceptibilidad genética. Y estamos intentando demostrar cómo la conjunción de factores incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares, la obesidad, la diabetes, el síndrome metabólico (implica varios factores de riesgo: obesidad, colesterol bueno bajo, triglicéridos altos, etc.).

 

P: ¿Animaría a los jóvenes a dedicarse a la investigación en genómica nutricional?
La genómica nutricional es un tema de investigación apasionante porque, además de ser de gran actualidad, y de que hay que generar nuevo conocimiento, en esta nueva disciplina se incorporan los avances más recientes en las tecnologías genómicas, bioinformáticas y metabolómicas en las ciencias de la nutrición y la biomedicina. Además, se estudian problemas muy prevalentes en la sociedad y con un gran potencial de traslación –de uso directo para la población– y de mejora de la salud.

 

P: Como coordinadora de la Universidad Saludable de la Universitat de València, ¿qué cuestiones se han impulsado desde el Campus Sostenible?
Nuestra prioridad es promover entornos saludables
, tanto para los trabajadores de la Universitat como para los estudiantes. En primer lugar, consideramos imprescindible dar información, a los estudiantes, mediante asignaturas optativas en el currículo de todos los grados, y a los trabajadores, mediante cursos. Además de formar, debemos ser capaces que estos conocimientos se traduzcan en cambios de conducta que promueva la salud. De momento, ya hemos empezado con nuevos pliegos de concurso para las cafeterías de los campus y las máquinas expendedoras, con el fin de garantizar una comida más saludable.

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